¿A dónde van los muertos?

18 agosto, 2012

Leo Acosta Palma  D.Min

Esta semana, cuando se estudia el tema de los muertos en Cristo, surgen preguntas  al respecto de nuestros seres queridos que fallecen. Muchas ideas aparecen en las mentes de las personas,  hasta libros tratan de contestar esas interrogantes.  Hace algunos años se publicó un libro titulado “Vida después de la muerte”.  Esta obra describía los fenómenos que experimentaron algunas personas que estuvieron a punto de morir y luego no fallecieron. Todas ellas describieron cosas comunes como estas: un túnel  oscuro, al final un luz blanca donde se llegaba,  gran estado de paz, sensación de salirse del cuerpo y observar lo que estaba ocurriendo. Con esto se trataba de confirmar la idea que realmente existe vida después de la muerte, y se le daba cierto carácter científico, porque era un fenómeno que se repetía. Posterior la misma ciencia comprobó que  se podía repetir el fenómeno si se reducía  la perfusión cerebral. Dicho de otra manera,  si en forma  controlada se reduce la cantidad de sangre que llega al cerebro del sujeto en experimentación,  éste sentirá las mismas cosas que las personas que estuvieron a punto de morir. Cuando se revisa cuáles eran las causas que llevaron esas personas a estar a punto de morir, esas eran: accidentes de tránsito, heridas por arma blanca o de fuego, traumatismo. Si se observan todas pueden llevar a hipotensión y por ende a disminución de la perfusión cerebral.  Lo antes descrito no comprueba de que hay vida después de la muerte, ni que se sale nada del cuerpo después de la muerte.

Tradicionalmente, las personas  creen  que después de la muerte hay un estado diferente. Algunas afirmaciones son: “Se muere el cuerpo, pero no el alma”. “El alma se sale del cuerpo”. Surgen una serie de ideas basadas en lo que la iglesia tradicional ha enseñando. Por ejemplo, que  las personas van al purgatorio, de donde pueden salir después de cierto tiempo,  por lo sufrimientos que allí pasan o por los rezos de sus familiares y amigos. Si la persona acaba de confesarse puede ir directamente al cielo y convertirse en intercesor de sus familiares. Esto da cierto grado de esperanza, porque de esa manera, los vivos se sienten protegidos por las ánimas de sus seres queridos.

Algunos evangélicos creen que  “los que mueren en Cristo van directamente al cielo al morir y los impíos van al infierno”.

Ninguna de estas ideas tiene fundamento en las Sagradas Escritura. En la Biblia no se encuentra en ninguna parte descrito el purgatorio o el limbo. Definitivamente no son ideas Bíblicas. Las ideas de los evangélicos están fundadas en una mala interpretación de la Biblia. Usan versículos como la experiencia del ladrón de la cruz, que a la letra en la versión Reina Valera de 1960 dice “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. (Lc.23:43)Tenemos un problema al interpretar este versículo, en el pasado en el idioma griego, no existían los signos de puntuación que hoy tenemos. Observe que el mismo versículo podría leerse de la siguiente manera: “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo hoy,  estarás conmigo en el paraíso”. (Lc.23:43) Así significa que estaría con Jesús, pero no ese mismo día. Pero el lector se preguntará porque no pudo ser ese mismo día. También por una razón Bíblica, si logramos demostrar que el día que el Señor murió no fue al cielo, entonces no le puedo haber dicho al ladrón de la cruz que ese día estaría con él en el paraíso. Todos sabemos que el Señor fue crucificado un  viernes y que resucitó el domingo. Además que algunas damas fueron el domingo muy temprano a la tumba. Observe lo que ocurrió el día domingo “Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. (Jn.20:17 R60)Si el domingo aún Jesús no había ido al padre, no le pudo decir el viernes hoy estaré contigo en el paraíso.

Otro texto bíblico que se usa para apoyar la creencia de que los muertos van directamente al cielo o al infierno es el que narra la experiencia de Lázaro, e rico del cual habló Jesús:“Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado”. (Lc.16:22) El contexto indica claramente que Jesús estaba hablando en forma alegórico y no en sentido literal. Si todo el que se muere va al seno de Abraham, ya habría explotado el seno de Abraham.

De tal manera que los argumentos hasta ahora presentados, no explican que haya vida después de la muerte.

¿Qué es lo cierto entonces? La Biblia lo explica fácilmente “El alma que pecare, ésa morirá.” (Ezequiel.18:20) si todos pecamos todos morimos. El alma es mortal y no inmortal, la condición de inmortalidad sólo se adquiere en el momento cuando venga el Señor Jesús. Dice San Pablo en 1 Corintios15:53 “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad”. Lo que ocurre en el momento de la muerte es explicado en (Ec.12:7) “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. El concepto es claro: El polvo vuelve al polvo; el aliento de vida, sale del cuerpo, pues el hombre al morir expira, o exhala. El aliento vuelve a la atmósfera. El ser deja de ser, el alma ha muerto. Los cristianos tienen la esperanza que ese cuerpo que fue a la tierra adquiera inmortalidad cuando venga el Señor a buscarlo y juntos van al cielo a vivir eternamente.

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