Los ritos de la iglesia
Jacob García
“Los ritos del bautismo y la Cena del Señor son dos pilares monumentales, uno que está dentro y otro que está fuera de la iglesia. Sobre estos ritos Cristo ha inscrito el nombre del verdadero Dios”. Manuscrito p. 27, 1900.
El bautismo.
El bautismo no es una práctica cristiana. Es un mandato de Jesús vinculado con la salvación. (Mateo 28:18-19; Marcos 16:15-16). El bautismo une al creyente con Dios y con su iglesia. (Hechos 2:41-42; 1 Corintios. 12:13).
El Nuevo Testamento, que fue escrito en griego, usa la palabra baptitzo, que en nuestro idioma se traduce como bautizar. Esa palabra significa sumergir. Por eso San Juan el Bautista bautizaba en el río Jordán, en un lugar que tenía muchas aguas; para poder bautizar, o sea sumergir (Juan 3:23).
El bautismo de Jesús fue aprobado por la Trinidad (Mateo 3:13-17), por lo tanto podemos usarlo como regla o modelo. El evangelio dice que “Jesús, después que fue bautizado [sumergido], subió luego del agua…” (Mateo 3:16). Eso prueba que al ser bautizado estuvo debajo del agua.
¿Qué podemos decir de la práctica de bautizar asperjando un poco de agua sobre la cabeza del catecúmeno (el bautismo de los bebés)?
Agustín decía que todos estábamos seminalmente en Adán. Cuando Adán pecó, todos pecamos.[1] Como consecuencia de ello, se instituyó el bautismo de los párvulos, argumentando que debía borrárseles el pecado original. Ahora bien, ¿qué dice la Biblia?
El pecado no es hereditario. La razón por lo que la Biblia rechaza la idea de culpabilidad hereditaria es porque el pecado es de carácter personal (Sant. 4:17). El pecado no es solamente personal, sino también moral. El pecado es una elección voluntaria de contrariar a Dios.[2] “La culpa de una persona no puede ser transferida a otra; y la idea de que Dios castiga a las personas por el pecado de Adán es una teología inmoral”.[3] “Lo que hemos heredado de nuestros padres no entreteje alrededor de nosotros una red de culpabilidad y miseria de la cual nunca nos podemos librar”.[4] La Biblia rechaza la idea de la culpabilidad hereditaria (Ezequiel 18:20; Deuteronomio 24:16).
El bautismo de bebés no es válido. Para que el bautismo sea válido, el catecúmeno debe reunir ciertos requisitos que un bebé no puede cumplir: Antes de bautizarse, la persona debe creer en Jesús (Hechos 16:30-31), debe arrepentirse de sus pecados y convertirse (Hechos 2:37-41) debe ser adoctrinada (Marcos 16:15-16) y debe ser discipulado (Mateo 28:19-20).
“El bautismo es un rito muy sagrado e importante, y su significado debe comprenderse cabalmente. Significa arrepentirse del pecado e iniciar una nueva vida en Cristo Jesús. No debe haber indebido apresuramiento para recibir este rito. Calculen el costo tanto los padres como los hijos. Al consentir en que sus hijos sean bautizados, los padres se comprometen solemnemente a ser fieles mayordomos para con estos hijos, a guiarlos en la edificación de su carácter. Se comprometen a cuidar con interés especial estos corderos del rebaño, a fin de que no deshonren la fe que profesan”. Joyas de los Testimonios tomo. 2 p. 391
La cena del Señor
El rito instituido en la última cena de Cristo recibe nombres diferentes: eucaristía, acción de gracias por los buenos dones de Dios; comunión, recalcando el compañerismo con Cristo; y la cena del Señor, denotando el origen de este servicio religioso.[5]
Jesús usó pan y vino en la ultima cena como símbolos de su cuerpo y sangre. Los discípulos estaban acostumbrados a que el Señor usara lenguaje figurado en sus enseñanzas. Cristo se refirió a su cuerpo como templo (Juan 2:19). El evangelio de Juan registra siete declaraciones metafóricas que Jesús hizo de sí mismo. Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:48). “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12). “Yo soy la puerta” (Juan 10:9). “Yo soy el buen pastor (Juan 10:11). “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25). “yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). “Yo soy la vid verdadera” (Juan 15:1).
La copa y el pan de la cena del Señor son símbolos de una realidad más grande. Aunque no son la sustancia del cuerpo y de la sangre de Jesús, la copa y el pan representan su cuerpo quebrantado y su sangre derramada, su muerte en la cruz y el don de la salvación que resulta de eso.
Jesús explicó claramente el significado tanto del pan como de la copa. El pan, dijo él, era su cuerpo; la copa, su sangre (Mateo 26:26, 27). Al tomar el pan y el fruto de la vid los discípulos entraban en una íntima comunión con él. La sangre era la sangre del pacto, “derramada por muchos” (Mateo 26:28), o más íntimamente, “por vosotros” (Lucas 22:20). Por este derramamiento podría obtenerse el perdón de los pecados (Mateo 26:28).
“El pan partido era un símbolo del cuerpo quebrantado de Cristo, entregado por la salvación del mundo. El vino era un símbolo de su sangre derramada para la limpieza de los pecados de todos los que fueran a él en busca de perdón, y lo recibieran como su Salvador”. Signs of the Times 25 de marzo de 1880.
[1] Justo L. González, Historia del Pensamiento Cristiano Tomo II (Colombia: CARIBE, 2002), 11.
[2] George R. Knight, Guía del Fariseo para una Santidad Perfecta (Colombia: APIA, 1998), 40
[3] Ramm, Offense to Reason, pag. 76, citado en Smith, Changing Conception of Original Sin, Pag. 176
[4] James Denney, Studies in Theology (Londres: Hodder and Stoughton, 1895), 90-91
[5] Herbert Kiesler, Teología fundamento bíblico de nuestra fe. Tomo 6 (México: GEMA EDITORES, 2006), 67