La Ley y el Evangelio: El Centro de la Controversia.

01 diciembre, 2012

¿Existían los 10 mandamientos en el cielo? Fue la pregunta que permaneció en el aire sin respuesta por varios segundos; la pregunta se planteó de otra manera: La redacción de la Ley de Dios en Éxodo 20, ¿Apareció por primera vez en el Sinaí o fue dada al hombre en el momento de la caída en el jardín del Edén?

Sabemos, por las Sagradas Escrituras, que Dios es eterno y que la ley es el reflejo de su carácter, sin embargo, no existe una alusión directa a la existencia de la ley en la Biblia antes de la caída del pecado, pero a la vez es posible considerar su existencia basándonos en Ezequiel 28 (la caída del querubín protector) y en Génesis capítulos 2 y 3 (la caída del hombre).

Ezequiel describe a Satanás como un querubín grande, hermoso y protector, quien se paseaba en el santo monte de Dios (Eze. 28:14-19), hasta el día que se enalteció su corazón a causa de su hermosura y su sabiduría corrompida a causa de su maldad, ¿Qué mandamiento transgredió en esta descripción? El primer mandamiento en Éxodo 20 señala: "No tendrás dioses ajenos delante de mí"[1], al enaltecer su corazón, este hermoso ángel se convirtió en un dios para sí mismo, dejando de dar honra y gloria al Creador.

El segundo mandamiento agrega "… no te inclinarás a ellas ni las honrarás…", su hermosura y sabiduría llegaron a ser una "imagen" de sí mismo que honró y veneró por encima de la sabiduría divina. Podríamos seguir con el análisis de cada mandamiento pero basta con observar un par de ellos más: "No robarás", Satanás robó la tercera parte de los ángeles de Dios, engañándolos con sus estratagemas (Apoc. 12:3,4). El mandamiento "No codiciarás", se arraigó en las profundidades de su ser y en el aliento de su gobierno.

Los principios de la ley de Dios habían sido quebrantados en su corazón y regían el impulso de sus acciones, señalando que la ley de Dios no puede ser observada y que Dios es tirano al reclamar la adoración solo para El.[2] No siendo esto suficiente, emprendió su ataque contra este planeta.

El relato del Génesis presenta la caída en el marco de la desobediencia al mandato específico "No comerás del árbol de la ciencia del bien y del mal". Estarequerimiento aparece como el único mandamiento explícito a nuestros primeros padres, sin embargo, al analizar la caída en el contexto de la ley de Dios, observamos la transgresión de los principios redactados en la ley del Sinaí.

Satanás dijo a la mujer: "El día que comáis de él… seréis como Dios" (Gen. 3:5), el anhelo de convertirse en Dios llevaba implícito la transgresión al primer mandamiento: "No tendrás dioses ajenos…", el relato agrega que ella vió que era un "árbol codiciable para alcanzar sabiduría" (Gen. 3:6) transgrediendo el mandamiento: "No codiciarás". El mandamiento "No matarás" estaba siendo desobedecido, pues la instrucción había sido clara: "El día que de el comieres, ciertamente morirás", y así cada uno de los demás mandamientos, que si bien no estaban redactados en la manera que Israel los recibió en el desierto, los principios eternos regían en el Edén.

"La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna" (Rom. 6:23), el evangelio proclama las buenas nuevas de la salvación que la ley no puede proclamar, el regalo de Dios es Cristo Jesús, el Cordero que quita el pecado del mundo (Juan 1:29 cf. Gen. 3:21).

El Evangelio y la Ley son inseparables, y a la vista del universo, Dios responde con amor a las acusaciones de Satanás, "enviando a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en el cree, no se pierda mas tenga vida eterna" (Juan 3:16)

El sabio Salomón compuso 3,000 proverbios y 1,005 cantares, escribiendo sobre los árboles, las plantas, los animales (1 Rey. 4:31-34), aun así concluyó su vida con una sublime reflexión: "El fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre (Ecl. 12:13).


[1] Los textos citados corresponden a la Versión Reina Valera, 1960.

[2] Para un relato detallado leer el capítulo 1 de Patriarcas y Profetas.

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