El Contenido de la Imagen

Jacob García

sábado 26 de enero, 2013

            ¿En qué sentido preciso llevamos la imagen de Dios?  Si se coloca el acento sobre la semejanza a Dios, ¿Cómo pueden seres humanos insignificantes asemejarse al infinito? Todo en el cuerpo humano responde a necesidades ambientales. Nuestra forma, tamaño y configuración están ligados a condiciones sobre el planeta tierra. ¿Se asemeja el ambiente de Dios al nuestro? ¿O debiéramos limitar la semejanza a aspectos espirituales? Si es así, ¿son las características espirituales menos indignas de la Deidad que las físicas?

            A fin de especificar el contenido de la imagen de Dios, necesitamos considerar la  intención divina. Esta intención es importante porque muestra que el ser humano no llego a ser simplemente a la imagen de Dios, sino que fue diseñado cuidadosamente para reflejarla. La imagen de Dios es mucho más que la autoproyección a menudo inconsciente en cualquier actividad creativa.[1]

            La idea de las criaturas humanas como imagen de Dios primariamente apunta hacia su papel como representantes de Dios sobre la creación inferior (Sal. 8:6-8). La función del hombre iba a ser análoga (Del lat. Analŏgus. Que tiene analogía con algo. Que pueden adoptar aspecto semejante por cumplir determinada función, pero que no son homólogos; por ejemplo., las alas en aves e insectos) a la de Dios en su esfera.[2] Llevar la imagen de Dios, entonces, no implica tanto a semejarse a Dios como representarlo. El hombre es colaborador de Dios (Gén 2:4-6,15) y su lugarteniente (Sal. 8:3-8; 115:16).

Por otra parte, la semejanza, aunque no es la idea focal, no puede ser excluida. Las funciones figurativas de los seres humanos no pueden subsistir sin comunicación con su Hacedor. Los talentos físicos, intelectuales, sociales y espirituales, como también la capacidad para comulgar con Dios, son, por lo tanto, una parte integrar del concepto de la imagen de Dios. [3]

El Nuevo Testamento enfatiza la semejanza a Dios en el ámbito del conocimiento (Col. 3:10), la justicia y la santidad (Efe. 4:24).  La imagen de Dios en el hombre también incluye la naturaleza moral.

Las facultades físicas, intelectuales, sociales y espirituales están estrechamente relacionadas con la dignidad de una persona, un aspecto esencial de ser imagen de Dios(1 Cor. 11:7). La posesión de la imagen de Dios implica dependencia de él, porque algo puede ser una imagen sólo en aquellos respectos en los cuales se conforma a su modelo.[4]

Autorretrato de Dios.

            Esta creación a la imagen de Dios no debiera confundirse con ser esencialmente la imagen de Dios. El sol proyecta una imagen de sí mismo sobre la superficie de un lago. Un pintor pinta sobre un lienzo una imagen del mismo cuerpo celeste. Las dos no son imágenes del sol en el mismo sentido.

Una se autoproyecta y comparte la naturaleza del sol mismo, siendo una parte de su resplandor. La otra fue intencionalmente a la imagen del sol, pero consiste en pigmentos de colores sobre la tela y no ha emanado de la estrella misma.[5]

            Cristo es, en virtud de su propia naturaleza, imagen eterna de Dios. Él es la fiel imagen de lo que él es (Heb. 1:3). Ciertamente, "él es la imagen del Dios invisible" (Col. 1:15). Como tal, él mismo es el Creador y Hacedor del hombre a la imagen de Dios. Los seres humanos son imagen de Dios, no como una extensión de su ser, sino como un retrato realizado por su propósito creador.[6]

            En resumen, aunque la imagen de Dios incluye un aspecto físico porque tenemos personalidad. Somos personas. Tenemos capacidad de amar a otras personas como Dios las ama. Tenemos una capacidad asombrosa para el lenguaje. Tenemos conversaciones. Sabemos lo que es expresar pensamientos, trasmitir y discernir actitudes, dar y recibir amistad. Los animales no pueden hacer estas cosas en el mismo sentido en que lo hacen las personas. La imagen de Dios es personalidad, y la personalidad solo puede funcionar en el contexto de relaciones personales. Cuando Dios dijo: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, quiso dar a entender que Él mismo es un Dios de relaciones personales, y Él nos creó conforme a su propia semejanza para que pudiéramos entrar en una relación con Él.

Por otra parte, en cuanto a lo físico, estamos hechos de elementos terrenales como el polvo de la tierra. Al morir nuestros cuerpos volverán al polvo. Como es obvio, esto no es algo que pueda decirse de Dios.Él diseñó y formo el cuerpo del hombre para permitirle ejecutar funciones que Dios mismo ejecuta sin necesidad de un cuerpo físico. La imagen de Dios se encuentra por lo tanto en la parte inmaterial de nuestro ser. Esto no quiere decir que nuestra forma corporal carezca por completo de elementos propios de la imagen divina.



[1]
Niebuhr, R. The Nature and Destiny of Man. Nueva York: 1943, 58

[2]Flick, M. Antropología teológica. Salamanca España: sígueme, 1985,  105

[3] Heppenstall, Edward. The Man Is God. Washington: Review and Herald, 1965

[4] Olsen, V. Norskov. Man, the Image of God. Meriland: Review and Herald, 1988

[5]Aecio E. Cairus, Teología Fundamentos bíblicos de nuestra fe, Tomo II. México: GEMA EDITORES, 2006, 238

[6] Olsen, V. Norskov. Man, the Image of God. Meriland: Review and Herald, 1988