Nos falta discernimiento

Leo Ramon Acosta

sábado 17 de agosto, 2013

Antes de desarrollar este artículo es necesario saber qué es discernimiento. Según el Diccionario de la Real Academia Española es la capacidad de discernir, a su vez declara el mismo diccionario que discernir es “Distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas”. En la vida espiritual es muy importante tener el don discernimiento, porque de lo contrario no podemos distinguir lo profano de lo santo, la fe de la presunción, el milagro de Dios del milagro satánico.  A primera vista parece muy sencilla  la tarea de diferenciar entre una cosa y otra, pero no lo es. Para explicarlo estudiaremos, tal vez una de la pocas palabras duras del Señor Jesús en las Sagradas Escrituras. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.” (Mt.23:23 R60)

Los fariseos eran una comunidad judía cuya interpretación de la Biblia de ese tiempo, era aceptada por la mayoría de sus coterráneos; los escribas eran copistas de la Sagradas Escrituras, eran expertos en la ley, eran doctores de la ley. A pesar del supuesto conocimiento que tenían, el Señor Jesús los llama hipócritas, tenían una religión de apariencias. Hacían cosas externas pero no podían entender la verdadera naturaleza del amor de Dios.  El Señor les dice que habían dejado la justicia, misericordia y fe. Veamos por qué le dice esto.

Justicia. Parece difícil entender como personas que guardaban estrictamente la ley no tuvieran justicia. Los fariseos eran estrictos guardadores de la ley. Guardaban el sábado. Pero no podían aceptar que el Señor Jesús sanara a una persona en sábado. Otro ejemplo lo tenemos en el joven rico, cuando le preguntó  al Señor ¿Qué cosa debo hacer para poseer la vida eterna? El Señor le respondió que debía guardar los mandamientos. El continuó: “todo esto he hecho desde mi juventud”. Una cosa te falta, replicó el Señor Jesús: “vende lo que tienes y repártelo a los pobres y tendrás tesoros en el cielo”. Tanto los fariseos como el joven rico eran guardadores de la ley, pero no habían tenido el discernimiento para entender que la ley de Dios refleja el carácter Dios. Dios es amor. No se guarda la ley para ser salvo. Se guarda la ley porque ya se es salvo y las acciones revelan el amor de Dios, que ya se tiene. Piense en la experiencia de Mt.25 cuando se rechaza a los de la izquierda, no fueron rechazados porque dejaron de guardan un mandamiento, sino porque sus acciones no revelaron el amor de Dios en acciones concretas.

Misericordia: es la capacidad de compadecerse de las miserias ajenas, que se manifiesta en amabilidad, cortesía, perdón. En la parábola del buen samaritano registrada en Lc.10 un intérprete de la ley (entiéndase escriba o fariseo) hizo la mismo pregunta que el joven rico. ¿Haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? El Señor relata que un sacerdote y un levita vieron a un hombre herido y pasaron de largo. Eran fariseos guardares de la ley, pero no tenían amor de Dios. En cambio, el fariseo tuvo misericordia y socorrió al necesitado. Ellos no entendían que la verdadera ley era asistir al necesitado, al huérfano a la viuda. Necesitaban la capacidad de discernir.  

Fe. No cabe duda que una buena definición de fe es la que aparece en el libro a los Hebreos. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. (He.11:1 R60). Una definición un poco más práctica es: “Fe es aceptar la voluntad de Dios pase lo que pase”. En algunas ocasiones se pude ser cruel y criticar a un hermano que está enfermo. Se podría decir “está enfermo porque está en pecado”, como fue la situación de Job y sus amigos. O también: “está enfermo porque no pide con fe”. Cuando se hacen este tipo de aseveraciones, se está actuando con falta de discernimiento, porque no se puede distinguir entre fe y presunción. Fe es decir: estoy enfermo, pero tengo paz porque confío en el Señor y Él hará lo mejor para mí. Presunción es en cambio: estoy enfermo, pero el Señor me tiene que curar. Es necesario entender que tener fe no significa que siempre todo irá bien, ni que se recibirá lo que se está pidiendo. El mismo capítulo 11 a los Hebreos describe la situación de algunas personas que fueron atormentados, apedreados, aserrados, muertos a filo de espada, maltratados. Termina el capítulo diciendo que esto ocurrió a cristianos que tenían  fe. “Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”. (He.11:39-40 R60)

Es necesario que todo cristiano adquiera la capacidad de discernir las Sagradas Escrituras y este es un don de Dios, lo puede otorgar el Espíritu Santo. Cada vez que se lea Santa Biblia se debe acompañar una oración pidiendo se que pueda entender lo que se lee, deducir el contexto adecuado en el que fue escrito. Luego preguntarle al Señor. ¿Qué dice para mi hoy? ¿Qué dice para mi congregación? ¿Qué debo entender para crecer en el proceso de la santificación?

Mi oración es que clamemos por el discernimiento como herramienta para alcanzar el reavivamiento.