Obedecer es Ser

Alvaro Rodríguez

sábado 14 de septiembre, 2013

Uno de los elementos claves en la vida cristiana es la obediencia a Dios. Todo cristiano, a lo largo de la historia, ha deseado y creído obedecer a Dios. Tanto los Valdenses del Piamonte como los cruzados de la Edad Media actuaron creyendo obedecer la voluntad de Dios. Lo mismo sucede en nuestros tiempos, queremos hacer la voluntad de Dios. Al tratar el tema de la obediencia en el contexto de reavivamiento y reforma, hay un ejemplo bastante claro en los días del rey Josías, al punto que la Biblia dice que no hubo otro rey como él, en toda la historia de Israel, ni antes ni despues, que se volviera a Dios de la forma como lo hizo Josías (2 R 23:25).

 

            Cuando leemos la historia completa de este evento (2 R 22-23) podemos notar que el reavivamiento dio paso a la reforma. En el capítulo 22 el reavivamiento vino tras el “descubrimiento” de la Palabra de Dios (v. 8, 11), esto movió el corazón del rey y consultó con el Espíritu de profecía de su tiempo, la profetisa Hulda (v. 11-14). Aquí vemos el despertar espiritual fundado en la voz de Dios, el libro de la ley y la confirmación por parte de la profetisa.

 

            Ahora, el reavivamiento ha provocado el deseo e intensión de seguir a Dios. Es necesario dar el siguiente paso, ser lo que se han propuesto. El capítulo 23 explica en forma clara lo que significa una verdadera reforma como consecuencia del reavivamiento provocado por Dios mismo. Sin el capítulo 23, el reavivamiento habría quedado como una mera intensión y Josías no habría sido reconocido.

 

            La reforma que se vivió en los días de Josías tiene varias características que deben dominar la obediencia a Dios como parte del reavivamiento y reforma que Dios espera de su pueblo. Permítanme analizar brevemente este capítulo de las Escrituras.

 

Luego de juntar a todos los habitantes del pueblo de Israel, Josías hizo un pacto con el pueblo con el objetivo de “guardar Sus mandamientos” (2 R 23:3). Entonces el primer elemento para la reforma es compromiso. Es como el matrimonio, uno se compromete con su pareja para siempre, no solo cuando las cosas vayan bien. La obediencia debe ser permanente. Solo cuando esto sucede, el compromiso, entonces las cosas funcionan.

 

La segunda acción fue sacar los utensilios de los falsos dioses que estaban en el Templo de Jehová, no solo los utensilios sino los ídolos mismos que habían sido puestos en aquel lugar santo, más aún, fueron destituidos los sacerdotes idólatras (v. 4-19). Pero ahora fíjese en el texto bíblico, no solo se quitó lo malo sino que se eliminó a quienes promovían dichas prácticas que alejaban al pueblo de Dios (v. 20). Esto es justamente el proceso a seguir y a veces es doloroso pues el ser humano suele hacer lo que le agrada.

 

En tercer lugar Se realizó un acto del todo especial. Si lees los vv. 21-23, notarás que la reforma no es simplemente apartarse de la idolatría, sino que es celebrar la Pascua. Esto significa que es necesario dejar lo malo y hacer lo bueno. Más aún, la Biblia dice en el v. 21: “Celebrad la Pascua”. Es decir, la obediencia a Dios debe ser hecha con gozo. Las fiestas de Jehová eran días de alegría, no de descontento. Por lo tanto, la obediencia debe ser hecha con alegría.

 

Considerando el concepto de la Pascua, es interesante notar que Pascua significa liberación. Recuerdas el éxodo, aquella misma noche todos los primogénitos de los egipcios murieron, pero los primogénitos de Israel fueron librados de la muerte gracias a la sangre del cordero. Esa misma noche el pueblo de Israel fue liberado de su esclavitud con el objetivo de entrar en la Tierra Prometida. La Pascua hoy es Cristo (1 Co 5:7). La sangre del Cordero de Dios nos da la victoria (Apo 12:11). Solo entendiendo la Pascua es que es posible obedecer, de otra manera será solamente externa y penosa, algún día te cansarás y volverás a lo mismo. Ahora lee la siguiente cita del Espíritu de Profecía:

 

Deben realizarse un reavivamiento y una reforma bajo la ministración del Espíritu Santo. Reavivamiento y reforma son dos cosas diferentes. Reavivamiento significa una renovación de la vida espiritual, una vivificación de las facultades de la mente y del corazón, una resurrección de la muerte espiritual. Reforma significa una reorganización, un cambio en las ideas y teorías, hábitos y prácticas. La reforma no producirá los buenos frutos de justicia a menos que esté relacionada con el reavivamiento del Espíritu. El reavivamiento y la reforma han de efectuar su obra asignada y deben entremezclarse al hacer esta obra. (1MS, 149)

 

Conclusión:

 

Si has intentado obedecer pero te cuesta mucho, lo estás haciendo por obligación. Lo que tiene que hacer ahora es:

 

  1. Recurre a la Biblia, estúdiala y permite que describa tu condición.
  2. Haz un pacto con Dios, un compromiso para obedecer.
  3. Examina tu vida y fíjate todo aquello que te aleje de Dios y mátalo, es decir elimínalo de tu vida (tienes que ser sincero, de lo contrario no funciona). Recuerda también que hay cosas que Dios no las hará por ti.
  4. Permite que Cristo entre en tu vida y te dé el gozo de ser su hijo/a.
  5. Goza de tu relación real con Dios, celebra la Pascua, recuerda siempre cómo Dios te ha liberado y enfócate en la Tierra Prometida, Canaán celestial.

 

Finalmente, solo así será posible “O-B-D Ser” porque “si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Juan 14:15).