El Verdadero Sacrificio

Alvaro Rodríguez

sábado 12 de octubre, 2013

Hablar de un sacrificio es algo, para muchos, desagradable pues implica dejar de lado algo muy preciado. Algunos sacrifican el apetito haciendo estrictas dietas con el propósito de mejorar su apariencia física; otros sacrifican parte de su tiempo libre trabajando para obtener un mejor salario; otro tanto sacrifica pequeños gustos (un reloj) ahorrando por otros mayores (un iPhone); entre otros. Hagamos esto más personal, ¿haz hecho un sacrificio alguna vez? ¿Cuál fue el motivo del sacrificio?.

Ahora, si te das cuenta, incluso en tu propia vida, es un hecho que muchos de los llamados sacrificios son hechos con el propósito de satisfacer algún deseo individual y/o personal. Los sacrificios hechos por otros son escasos y si se ven algunos, no siempre son verdaderos sacrificios.

En la Biblia encontramos un pasaje muy interesante que envuelve un sacrificio a gran escala. Si leemos Éxodo 12 se encontrará con la historia de la Pascua. En aquella ocasión Dios le pidió al pueblo que debía tomar un cordero de un año. Considere los siguientes datos:

  1. Los corderos llegan a la pubertad entre los 3 y 6 meses de vida, dando así origen a su vida reproductiva, aunque se espera que llegue al año para la reproducción.
  2. El periodo de gestación de esta especie dura cinco meses y se espera una o dos crías por vez (aunque algunas especies llegan a tener 9 crías)
  3. Se recomienda entre los ganaderos tener un macho para 25-30 hembras y durante no más de un periodo de 3 años consecutivos. Esto significa que en tres años podría producir entre 75 y 90 crías.

Con esta información en mente, ¿puedes imaginar todo lo que se “perdía” cuando un cordero de un año era sacrificado para YHWH?

Riquezas y bienestar futuro eran puestos de lado cuando llegaba el día de la Pascua. Pero la salvación ofrecida por el Señor es más preciosa que cualquier bienestar terrenal.

El sacrificio de un animal macho de un año y sin defecto fue usado para otras ocasiones tales como para la consagración los sacerdotes del santuario al iniciar su ministerio (Lev 9:3), para la purificación después del nacimiento de un bebé (Lev 12:6); el día de la fiesta de las primicias (Lev 23:12); para el voto del Nazareato (Num 6:12, 14) y para la dedicación del tabernáculo levantado en el desierto por Moisés (Num 7).

Es interesante que el cordero de un año y sin defecto mencionado en Exodo 12 no tiene paralelo en ningún otro pasaje del Antiguo Testamento. Los casos mencionados anteriormente consideran otros animales de un año y sin defecto, pero nunca un cordero. Esto puede ser entendido en el significado del cordero pascual. Como se sabe en el evangelio de Juan, cuando Jesús se acercó a Juan el bautista, este dijo: “He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

El cordero de la Pascua, y los demás sacrificios basados en el modelo pascual (de un año y sin defecto) son una representación del mayor sacrificio hecho en el universo: Jesús, nuestra pascua (1 Co 5:7).

Considerando que el sacrificio de Jesús en la cruz en nuestro favor, y usando el lenguaje del santuario terrenal, el apóstol Pablo nos hace la siguiente apelación:

“Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional.” Romanos 1:12.

            Somos llamados a sacrificar nuestra propia vida, por la misericordia de Dios. Este sacrificio no incluye parte de nuestras posesiones/dinero, parte de nuestro tiempo, parte de nuestros talentos, parte de nuestros hábitos. El texto es claro, el Señor desea que tu vida entera sea ofrecida en sacrificio aceptable a Dios. Esto implica, como Pablo dice en el siguiente versículo: “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”

            Meditemos en esto, el sacrificio agradable a Dios implica tres cosas: Primero, no adaptarse al mundo, no vivir como el mundo vive, no hacer lo que el mundo hace. Segundo, esto se logra por medio de la renovación de la mente. Tercero, transformación y vivencia de la voluntad de Dios: lo bueno, lo aceptable y lo perfecto. Éste es el verdadero sacrificio que Dios desea de nosotros. Para lograrlo, debemos mirar constantemente el mayor sacrificio del universo, el sacrificio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo que pronto vendrá por su pueblo (Jn 14:1-3).