LO QUE CONSIGUES NO ES LO QUE VES
Omar Velázquez
Vivimos en un mundo saturado de imágenes tratando de convencer a las personas de comprar los productos que promueven. Es que los expertos en mercadotecnia se han aliado con los expertos en comunicación para producir anuncios que logren convencer a quienes los ven de tener o probar lo que están ofreciendo. Definitivamente, ellos saben que la vista es una avenida determinante en la toma de las decisiones de todo ser humano, independientemente de la edad que tengan. Por esa razón, hay anuncios, especialmente diseñados, según el público que se quiere alcanzar. Por ejemplo, en épocas navideñas, muchos anuncios en la TV están dirigidos a los niños quienes esperan sus regalos esos días.
El escritor inspirado de los proverbios que se analizan esta semana, también reconoció el tremendo efecto que tiene la vista, de manera particular, en la vida espiritual del ser humano. Por eso, haciendo uso de la poesía, advierte contra tomar decisiones solo por lo que se ve sin tomar en cuenta la obediencia a Dios. Sin duda alguna, los autores de los Proverbios, conocían las historias sagradas que habían quedado escritas para la enseñanza de los hijos de Dios. En varias de ellas se describe el tremendo poder que ejerció la vista, en algunas personas, al tomar algunas decisiones que ocasionaron grandes tragedias. Por ejemplo, la caída de Eva en el Edén, la desobediencia de Acán y el matrimonio de Sansón. Esos casos quedaron escritos para advertir a los seres humanos de que antes de tomar cualquier decisión, se debe ver más allá, de lo que a primera vista ven nuestros ojos. Hay que ver las consecuencias de la decisión que se piensa hacer.
Es interesante notar que en la caída de Eva y la desobediencia de Acán, la Biblia registra el mismo patrón de conducta que siguieron ambos personajes en el proceso de su pecado. En primer lugar, ambos vieron, después, codiciaron y finalmente, tomaron (Gn. 3: 6; Jos. 7: 21). Estos casos advierten contra el peligro que enfrenta el ser humano cuando, conociendo, e ignorando las indicaciones de Dios para su vida, se detiene y se concentra en ver las ofertas que Satanás disfraza para convencerlo de que puede tomarlas y obtener un beneficio o ganancia para su vida personal. El pecado de ambos tuvo su origen en la vista. Ellos descuidaron esa avenida del alma. Se detuvieron a ver lo que el enemigo espiritual les ofrecía, y después de algunos razonamientos sugeridos por el diablo, concluyeron, aun conociendo las indicaciones expresas de lo que no se debía hacer, que podían tomar lo prohibido. En ambos casos, las consecuencias de su pecado fueron terribles, no solo para ellos, sino que, por hacer partícipes a sus familias, también les alcanzaron a ellas.
Otro ejemplo de una caída espiritual que tuvo su origen en ver, se encuentra en la elección de Sansón de quien tomó por esposa. El también siguió los mismos pasos en su desobediencia a Dios. En Jueces 14: 1-3 se describe el mismo proceso que se sigue al caer en pecado. Sansón vio a una mujer de las hijas de los filisteos. Ella le agradó a sus ojos y le dijo a su padre que quería tomarla por esposa. Sin duda alguna, esa mujer era bonita, agradable a la vista, pero no era del pueblo de Dios. Sin embargo, él la tomó por esposa, ignorando los ruegos de su padre y, aún más, las indicaciones de Dios mismo. La historia sagrada registra las tristes consecuencias de esa elección basada solo en la vista, sin tomar en cuenta la voluntad de Dios. Lamentablemente, esta historia se sigue repitiendo en la vida de muchos hijos e hijas de Dios.
Hay un dicho muy conocido que dice: “De la vista nace el amor.” De acuerdo a lo estudiado esta semana, y a los ejemplos de Eva, de Acán y de Sansón, también se puede afirmar, en relación al pecado, que de la vista nace el deseo y el deseo impulsa a la acción. Pidámosle a Dios que nos ayude a evitar ver todo aquello que nos puede llevar a hacer algo que es contrario a su voluntad.