¿Somos humildes?

Leo Ramon Acosta

sábado 14 de marzo, 2015

El significado de la palabra humilde es el siguiente: humilde (Del latin humilis) Adj. Que tiene humildad.  A su vez humildad significa: 1) Virtud que consiste en el conocimiento de las propias debilidades y  obrar de acuerdo con este conocimiento. 2) Bajeza de nacimiento o de otra cualquier especie. 3) Sumisión, rendimiento. [1]

La mejor manera para saber si somos humildes es compararnos con alguien que sea humilde y actuar como actúa esa persona. No hay mejor ejemplo de sumisión que el Señor Jesús, al respecto la Biblia dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”[2]

Esta forma de actuar del Señor Jesús llevó a Gottfried Thomasius (1802-1875), un teólogo luterano, a formular se teoría Kenótica, la cual tenía dos postulados 1) El verdadero significado de que Dios es absoluto es que él es soberano, y puede limitarse a sí mismo; tiene la habilidad de restringirse voluntariamente si así lo desea. 2) Los atributos de Dios pueden ser clasificados en inminentes y relacionales. Inmanentes: Lo que Dios es por sí mismo: poder, verdad, amor, santidad, justicia. Siempre tiene estas características. Relaciones: Estos atributos son: omnipotencia, omnipresencia, omnisapiencia. Los atributos de los cuales se despojó el Señor al estar en la tierra, fueron los relacionales, pero mantuvo los inminentes.

Lo que podemos entender es que Jesús al venir a este mundo en un acto de amor, se despoja, se auto limita, de su condición de Dios para venir a cumplir la misión de salvar al mundo. El hombre por el contrario no asume este tipo aptitud, sino que desea grandes posiciones, el mejor sitio, que se le reconozca, que se le sirva.

Dios quiere que sus hijos lleguen a tener grandes posiciones, pero no en la forma que el hombre busca la posición. El que quiera ser el primero debe ser último, el que quiera  ser grande debe actuar como siervo.

El Señor a través del libro de Santiago hace una promesa “Humillaos delante del Señor, y él os exaltara”[3], parece fácil entender que debemos humillarnos delante de Dios, no obstante cuando tenemos ese tipo de relación con nuestro Padre Celestial se espera que tengamos una relación igual con nuestros semejantes. No se puede tener una buena comunión vertical con Dios y una mala comunión horizontal con nuestros semejantes. No podemos ser un humilde con Dios y arrogantes con nuestros congéneres.

Al inicio se mencionó que la humildad es una virtud, todos queremos tener virtudes, que se hable adecuadamente de nosotros, y no quisiéramos tener miserias. Si pudiéramos conseguir un método de adquirir esta virtud  y otras, seríamos más felices de lo que hoy somos. Hay buenas noticias, las Sagradas Escrituras proporcionan los medios para que esto sea factible. Si llegamos a reconocer que somos arrogantes y nace en nuestro corazón el deseo de ser humilde, este es el consejo bíblico. “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” [4] Imagine por un momento cómo cambiaría nuestra relación de pareja, si por amor a Dios yo la considerara a ella o a él como superior a mí, y actuara en consecuencia con este pensamiento. Cómo cambiaría mi trabajo, si cambio mi aptitud con mis compañeros, con mi jefe.

Hoy podemos comenzar a transitar un nuevo sendero en nuestras vidas si dejamos la arrogancia y comenzamos a ser humildes.

 

[1] Diccionario de la Real Academia de la Lengua.

[2] Filipenses 2:5-8. R60

[3] Santiago 4:10. R60

[4] Filipenses 2:3