¿Qué hacer ante la crisis de la sociedad?
Leo Ramon Acosta
Casi ya no sorprende las noticias de los periódicos o los noticieros televisivos, cuando anuncian desastres como asaltos, asesinatos, drogas, violaciones, maltratos. En algunas ocasiones, casos insólitos, como un hijo que arremete contra la madre hasta matarla. Al tratar de dar explicación al fenómeno entonces se hacen afirmaciones como estas “esto es fin de mundo”, “esto es el cumplimiento de la profecía, se le levantaran hijos contra padres y padres contra hijos”, “ahora sí, la venida del Señor está cerca”.
Todo esto pude ser verdad, no obstante podemos preguntarnos ¿Qué hacer mientras aguardamos la venida del Señor?
Desde que estábamos en la escuela aprendimos que la familia es el núcleo de la sociedad, es la célula de la sociedad. Si el desastre es cierto, entonces es fácil llegar a la conclusión que si la sociedad está en crisis es porque la familia está en crisis. Esto lo vemos cada día, la familia de hoy no tiene la fuerza que tenía hace algunos años. Hoy los matrimonios, cuando existen, duran poco, al punto que algunos dicen que de cada dos matrimonios, uno terminará en divorcio. Si una persona se divorcia y se vuelve a casar casi con seguridad volverá a divorciase. Si no hay familia, el sitio natural para formar nuevos ciudadanos, tiene que haber consecuencias, y éstas son las que vemos en la sociedad. Dos fenómenos interesantes están ocurriendo, cada día los hombres son más irresponsables y fácilmente abandonan la familia, dejando una familia disfuncional, con alta posibilidad de hijos e hijas con todos los problemas sociales que mencionamos al comienzo; por otro lado, el otro fenómeno es que la mujer cada día la mujer se prepara mejor y entró en el aparato productivo, para no salir. Hoy se puede conseguir una dama en casi cualquier actividad, algunas de ellas antes desempeñadas por hombres. Se puede encontrar presidentas de estado, pilotas de aviones, generalas, doctoras, profesoras, ingenieras, policías, pero no sólo estas funciones, otras, aún más fuertes, como mecánicas, expendedoras de gasolina, trabajadoras de la construcción, y muchas más que antes no imaginábamos.
Podría preguntarse una feminista, ¿Estás en contra del progreso de la mujer? Y la respuesta es un rotundo NO, excelente como la mujer ha progresado, hoy las universidades tienen una matrícula mayor de mujeres que en tiempos anteriores, ojalá que los hombres tuvieran el mismo ahínco. Y cabe inmediatamente otra pregunta ¿Cuál es el problema? La sociedad pagó un precio muy alto, la mujer dejó su puesto en la familia, su papel de primera maestra, su papel de ductora de valores, para entrar al aparato productivo, y los hijos se quedaron abandonados por el padre, pero en cierta forma también abandonado por la madre que tiene trabajar. ¿Quién educa? En el mejor de los casos una señora que los “cuida”, pero puede ser: la televisión, la computadora con juegos violentos, familiares abusadores de los niños. Así, el producto final es lo que estamos teniendo en la sociedad.
Creemos que el problema está claro y no se puede negar, hablemos un poco de la solución. El problema comenzó cuando nos alejamos de lo que dice la Biblia. “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es Su cuerpo y Él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” (Ef. 5:22-24). El hombre que deja su función de esposo, deja de cumplir la función de cabeza y la mujer debe asumir las funciones de padre y madre, no puede estar sujeta a nadie, sino a su trabajo para poder alimentar a sus hijos.
Otro consejo que se dejó esta (Prov. 22:4) Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Como padres tenemos la obligación de educar a nuestros hijos en los caminos del Señor, en el camino de los valores, si no lo hacemos las consecuencias se verán en el futuro.
Si tienes la bendición de tener hijos pequeños, tienes que asumir tu papel de padre y madre. Si eres una mujer sola, porque fuiste abandona, la tarea es compleja pero no imposible, tienes que seguir trabajando, pero dedica todo el tiempo que puedas a educar a tus hijos en la ruta correcta. Esa siembra dará una cosecha de la cual estarás orgullosa siempre, un hijo que trae felicidad a la familia, un hijo útil a la sociedad, pero sobre todo un hombre de Dios.