Simpatía
Leo Ramon Acosta
La palabra simpatía está relacionada con otras dos que son: Empatía
y compasión. Cierta vez Carl Roger, quien junto con Abraham Maslow fundó la
escuela humanística de Psicología, dijo: No se puede ayudar a un cliente, así
se refería a sus pacientes, a menos que
tengamos una compresión empática de su problema. Esta frase se quedó grabada en mi mente y
adquirió mayor valor cuando en una ocasión alguien solicitó mis servicios, como
médico y dirigente religioso, para dejar de usar drogas. Comenzamos a trabajar
y en poco tiempo el tiempo él había dejado de usar la droga que usaba. Todos
estábamos muy contentos, habían transcurrido tres meses. Una noche, con
angustia en su voz, me dijo necesito hablarle. Lo atendimos al día siguiente
muy temprano. Su confesión fue, el fin de semana recaí y volví a usar drogas,
su esposa completó el relato y dijo y yo también. Mientras yo interrogaba que
había pasado, él con lágrimas en sus ojos me dijo “USTED NO SABE LO QUE ES SER
UN DROGADICTO”. Lo animé a que me contará que había pasado. Él dijo yo no puede
hacer lo que usted recomendó que me cambiará a otro ambiente, soy muy pobre y
no podía mudarme del sitio donde vivo. Así que durante estos tres meses,
ciertamente no había usado droga, pero para no hacerlo, tenía que llegar a mi
casa después de la una de la mañana y salir a trabajar antes de la cinco de la
mañana. Yo no entendía porque hacía esto y le pedí que me explicara, a lo que
él continuó. Vivo en un barrio paupérrimo, mis vecinos también todos son muy
pobres como yo, y la mayoría son drogadictos como yo, acostumbramos a usar las
drogas debajo de un poste de alumbrado público que queda justo en frente de mi
saca. Si yo llegaba temprano me encontraría con ellos y yo no tengo el valor
para decirle que no quiero continuar usando drogas, porque tengo una familia,
con una esposa y unos hijos. Este fin de semana, mis compañeros de drogas
fueron a mi sito de trabajo, me dijeron que yo les estaba sacando el cuerpo, yo
le respondí que no y para demostrárselo, me fui con ellos y pagué la droga que
consumimos. Ese día yo recibí una gran lesión, entendí mejor las palabras de
Carl Roger, “para ayudar a un cliente tienes
que tener una comprensión empática de su problema” entendí la conducta
de los profesionales de la conducta, psicólogos y psiquiatras, que no son
jueces de sus pacientes, sino que oyen sus problemas, le dan herramientas y
caminos para salir de la situación que los ocupa, y finalmente estoy
aprendiendo a no criticar a los demás.
No sé qué piensas mientras lees este escrito, pero frecuentemente, aún
con buenas intenciones, somos jueces muy severos con los demás o hacemos
comentarios inadecuados. Vemos la mota en el ojo de los demás pero no vemos la
viga del nuestro. No nos ponemos en las botas de los demás. Te daré sólo algunos ejemplos. Tomemos el caso
de una joven que tuvo relaciones sin casarse, y quedó embarazada, por pena no
volvió a la iglesia, muchos ni nos enteramos, finalmente por el llamado del
Espíritu Santo ella espontáneamente vuelve, tiene su abdomen globuloso propio
de una gestante; este podría ser la reacción “esta ni niña si es descaraba, no
ha parido y viene a la iglesia como si nada” ¿Cuanta compasión estamos teniendo
con ella? ¿Que sabemos cuánto le costó volver a la iglesia? ¿Quiere Jesús que
regrese a la iglesia? Claro que quiere. Tomemos otro caso, el pastor está
trabajando con un joven, a él lo han visto eventualmente tomando, va a fiestas
que no son de la iglesia. Este es el
comentario que podemos hacer “Si yo fuese el pastor ya lo hubiese des
fraternizado” ¿Será lo correcto des fraternizarlo? ¿Entonces debemos tolerar el
pecado? Claro que no, pero debemos antes de pensar en des fraternizar a
alguien, hacer todo lo posible para mantener a las personas en la iglesia.
Tomemos un ejemplo más ejemplo más. Imagine una madre que está en el velorio de
su único hijo de quince años, quien falleció en un accidente de tránsito. Ella
grita desconsolada. Este es el
comentario, hermana no grite de esa manera, usted es una Cristiana y tiene la
esperanza de la vida eterna. ¿Qué sabes tú lo que es perder un hijo? En estos
casos sería mejor llorar con el que llora. Ser simpático con el sufre. Dos palabras finales para ver
lo que dice el apóstol San Pablo en “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que
están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros
somos consolados por Dios”.(2Co 1:3-4 R60) Qué bueno que reconociendo la
simpatía que tuvo el Señor con nosotros pudiéramos ser iguales con los demás.