Simpatía

Leo Ramon Acosta

sábado 13 de agosto, 2016

La palabra simpatía está relacionada con otras dos que son: Empatía y compasión. Cierta vez Carl Roger, quien junto con Abraham Maslow fundó la escuela humanística de Psicología, dijo: No se puede ayudar a un cliente, así se refería a sus  pacientes, a menos que tengamos una compresión empática de su problema.  Esta frase se quedó grabada en mi mente y adquirió mayor valor cuando en una ocasión alguien solicitó mis servicios, como médico y dirigente religioso, para dejar de usar drogas. Comenzamos a trabajar y en poco tiempo el tiempo él había dejado de usar la droga que usaba. Todos estábamos muy contentos, habían transcurrido tres meses. Una noche, con angustia en su voz, me dijo necesito hablarle. Lo atendimos al día siguiente muy temprano. Su confesión fue, el fin de semana recaí y volví a usar drogas, su esposa completó el relato y dijo y yo también. Mientras yo interrogaba que había pasado, él con lágrimas en sus ojos me dijo “USTED NO SABE LO QUE ES SER UN DROGADICTO”. Lo animé a que me contará que había pasado. Él dijo yo no puede hacer lo que usted recomendó que me cambiará a otro ambiente, soy muy pobre y no podía mudarme del sitio donde vivo. Así que durante estos tres meses, ciertamente no había usado droga, pero para no hacerlo, tenía que llegar a mi casa después de la una de la mañana y salir a trabajar antes de la cinco de la mañana. Yo no entendía porque hacía esto y le pedí que me explicara, a lo que él continuó. Vivo en un barrio paupérrimo, mis vecinos también todos son muy pobres como yo, y la mayoría son drogadictos como yo, acostumbramos a usar las drogas debajo de un poste de alumbrado público que queda justo en frente de mi saca. Si yo llegaba temprano me encontraría con ellos y yo no tengo el valor para decirle que no quiero continuar usando drogas, porque tengo una familia, con una esposa y unos hijos. Este fin de semana, mis compañeros de drogas fueron a mi sito de trabajo, me dijeron que yo les estaba sacando el cuerpo, yo le respondí que no y para demostrárselo, me fui con ellos y pagué la droga que consumimos. Ese día yo recibí una gran lesión, entendí mejor las palabras de Carl Roger, “para ayudar a un cliente tienes  que tener una comprensión empática de su problema” entendí la conducta de los profesionales de la conducta, psicólogos y psiquiatras, que no son jueces de sus pacientes, sino que oyen sus problemas, le dan herramientas y caminos para salir de la situación que los ocupa, y finalmente estoy aprendiendo a no criticar a los demás.  No sé qué piensas mientras lees este escrito, pero frecuentemente, aún con buenas intenciones, somos jueces muy severos con los demás o hacemos comentarios inadecuados. Vemos la mota en el ojo de los demás pero no vemos la viga del nuestro. No nos ponemos en las botas de los demás.  Te daré sólo algunos ejemplos. Tomemos el caso de una joven que tuvo relaciones sin casarse, y quedó embarazada, por pena no volvió a la iglesia, muchos ni nos enteramos, finalmente por el llamado del Espíritu Santo ella espontáneamente vuelve, tiene su abdomen globuloso propio de una gestante; este podría ser la reacción “esta ni niña si es descaraba, no ha parido y viene a la iglesia como si nada” ¿Cuanta compasión estamos teniendo con ella? ¿Que sabemos cuánto le costó volver a la iglesia? ¿Quiere Jesús que regrese a la iglesia? Claro que quiere. Tomemos otro caso, el pastor está trabajando con un joven, a él lo han visto eventualmente tomando, va a fiestas que no son de la iglesia. Este es el  comentario que podemos hacer “Si yo fuese el pastor ya lo hubiese des fraternizado” ¿Será lo correcto des fraternizarlo? ¿Entonces debemos tolerar el pecado? Claro que no, pero debemos antes de pensar en des fraternizar a alguien, hacer todo lo posible para mantener a las personas en la iglesia. Tomemos un ejemplo más ejemplo más. Imagine una madre que está en el velorio de su único hijo de quince años, quien falleció en un accidente de tránsito. Ella grita desconsolada.  Este es el comentario, hermana no grite de esa manera, usted es una Cristiana y tiene la esperanza de la vida eterna. ¿Qué sabes tú lo que es perder un hijo? En estos casos sería mejor llorar con el que llora. Ser simpático  con el sufre. Dos palabras finales para ver lo que dice el apóstol San Pablo en “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”.(2Co 1:3-4 R60) Qué bueno que reconociendo la simpatía que tuvo el Señor con nosotros pudiéramos ser iguales con los demás.