Conoce a mi Salvador

Dina Rocío Carpintero

sábado 6 de octubre, 2012

"Dios nos habla también en su Palabra. En ella tenemos, en las líneas más claras, la revelación de su carácter, de su trato con los hombres y de la gran obra de la redención. Ella nos presenta la historia de los patriarcas, profetas y otros hombres santos de la antigüedad… Al leer el relato de los preciosos sucesos que se les permitió experimentar, la luz, el amor y la bendición que les tocó gozar y la obra que hicieron por la gracia a ellos dada, el Espíritu que los inspiró enciende en nosotros un fuego de santo celo, un deseo de ser como ellos en carácter y de andar con Dios como ellos". (CC p. 87)

 

Me imagino que todos tenemos un caja donde conservamos recuerdos de momentos importantes en la vida. Una envoltura de chocolate, una nota de gratitud, una servilleta rayada, una foto dedicada, un pequeño diente, en fin, elementos que en su momento le dieron sentido a la existencia. ¿Por qué son importantes? ¿Qué reflejan? ¿Qué significado tan especial tienen que somos capaces de conservarlos por años?

 

Sucedió en un campamento. Era domingo de mañana, el fin de semana había sido inspirador. Las actividades realizadas habían motivado a un reencuentro con Dios. Después de la reflexión matutina, los acampantes se prepararon para la actividad final y dejaron sobre las mesas algunas Biblias. Durante unos breves minutos, el viento comenzó a soplar con más fuerza dando como resultado que algunas de las Biblias se comenzaran a abrir.

 

Al momento de la reunión final, uno de los integrantes del grupo se percató que a su Biblia la cual estaba abierta, le faltaba la tercera hoja, donde iniciaba el capítulo 3 de Génesis. Trató de ubicarla, pero fue en vano. La hoja había desaparecido. Decidió preguntar a sus compañeros si la habían visto, pero nadie la había encontrado.

 

Casi para finalizar el evento, se acercó al encargado del lugar y se llevó la grata sorpresa de ver a esa persona en una lectura concentrada de esa hoja. Al darse cuenta de la presencia del acampante, el cuidador dijo: "¿Es de su Libro? ¡Qué cosas tan interesantes cuenta aquí! Cómo quisiera tener uno de esos Libros y entenderlo".

 

Una Biblia dejada en la mesa, un viento que sopló fuerte, una hoja desprendida, una lectura concentrada, un pedido de ayuda, un encuentro con el Señor.

 

Muchas son las historias de vidas cambiadas por Biblias o partes de la Biblia olvidadas, tiradas, perdidas que Dios utiliza para que muchas personas conozcan de Él.

 

Al estudiar la lección esta semana mantén en mente dos preguntas:

1.       ¿Qué tan profundo y constante es tu estudio de la Biblia?

2.       ¿Es el estudio de la Biblia una oportunidad para compartir con otros las bendiciones de Dios?

3.       ¿Qué literatura ven tus compañeros de trabajo? ¿Lo que está en tu escritorio refleja a Dios?

 

"No hay ninguna cosa mejor para fortalecer la inteligencia que el estudio de las Santas Escrituras. Ningún otro libro en tan potente para elevar los pensamientos, para dar vigor a las facultades, como las grandes y ennoblecedoras verdades de la Biblia. Si se estudiara la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían una grandeza de espíritu, una nobleza de carácter y una firmeza de propósito que raramente puede verse en estos tiempos". (CC p.89)