"Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré" (Salmos 63:7)

En el santuario de sus alas

jueves 12 mayo, 2011

"Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta  de tus alas" (Salmo 61:4).

Algunas águilas tienen grandes alas, bajo las cuales pueden proteger a sus pichones. La misericordia de Dios, como las alas del águila, abriga a quienes abandonan sus pecados, no importa cuán profundamente hayan caído. Nuestro pecado puede ser borrado, pero las consecuencias del pecado a menudo no pueden ser eliminadas. David experimentó la realidad de esta verdad, con la muerte de tres de sus hijos y la violación de su hija Tamar por su medio hermano, Amnón.

¿Qué buscó David a la sombra de las alas de Dios? ¿De qué nos ofrecen cubrirnos? Salmos 17:8; 36:7; 57:1.

Bajo las alas de Dios se encuentran la misericordia, la longanimidad y un abrigo. Las águilas amplifican esta verdad en una forma espectacular: un águila padre enseña a un aguilucho a volar llevándolo sobre la espalda hasta una gran altura. Luego inclina sus alas, y el aguilucho comienza a caer hacia la tierra, moviendo sus alas y dando volteretas. Antes de que el aguilucho llegue al suelo, el águila padre se pone debajo del aguilucho y lo toma sobre sus alas, llevándolo de nuevo al nido. No importa cuánto caigamos, Dios vuela más rápido que nuestra caída. Él usa nuestra caída para enseñarnos a volar. Como David, si nos arrepentimos, estaremos más cerca de Dios después de que él nos tome que antes de caer.

Tal vez este conocimiento del vuelo de las águilas haya inspirado a David acerca de las alas protectoras de Dios en el Salmo 61. Es probable que lo haya compuesto en el exilio, cuando Absalón usurpó el trono. Declara confianza en la misericordia protectora de Dios, refiriéndose tal vez al Propiciatorio, en el Santuario. Aquí estaba el Arca del Pacto de Dios con su pueblo, con sus querubines protectores, cuyas alas extendidas protegen la Ley, la transcripción del carácter del Dios de amor. David pudo haber estado expresando el deseo de morar, por fe, con Dios en su Santuario; su alma vestida con la luz transformadora de ese amor.

Tal vez ahora, aunque hayas dedicado tu vida de nuevo a Dios, estás sufriendo las consecuencias del pecado: separación, malestares físicos, dolor emocional. ¿Qué esperanza de sanidad ofrece el abrigo de las alas de Dios?

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