"Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré" (Salmos 63:7)

Para Estudiar y Meditar

viernes 13 de mayo, 2011

Lee "El pecado de David y su arrepentimiento", Patriarcas y profetas, pp. 775-786;  "Biografías bíblicas", La educación, p. 157.

"El arrepentimiento de David fue sincero y profundo. No hizo ningún esfuerzo para aminorar su crimen. Lo que inspiró su oración no fue el deseo de escapar de los castigos con que se lo amenazaba. Pero vio la enormidad de su transgresión contra Dios; vio la depravación  de su alma, y aborreció su pecado. No oró pidiendo perdón solamente, sino también pidiendo pureza de corazón. David no abandonó la lucha en su desesperación. Vio la evidencia de su perdón y aceptación en la promesa hecha por Dios a los pecadores arrepentidos. [...] Aunque David había caído, el Señor lo levantó.

"Quienquiera que bajo la reprensión de Dios humille su alma con la confesión y el arrepentimiento, tal como lo hizo David, puede estar seguro de que hay esperanza para él. Quienquiera que acepte por la fe las promesas de Dios hallará perdón. Jamás rechazará el Señor a un alma verdaderamente arrepentida. Él ha dado esta promesa: ‘Echen mano [...] de mi fortaleza, y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo' (Isaías 27:5, VM). ‘Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar' " (Isaías 55:7) (PP 785,786). (La cursiva es de la autora).

Preguntas Para Dialogar: 1. Como clase, analicen la inutilidad de cubiertas de nuestro propio diseño, comparadas con lo que Jesús nos provee gustosamente. ¿Qué nos provee, y por qué es la única cubierta para el pecado que puede sanar y salvar?

2. Trata de escribir un salmo acerca de la misericordia y el amor de Dios. Como David, escribe desde tu propia experiencia personal. Llévalo a la clase y comparte lo que has escrito.

3. Los anuncios de detergentes con agentes blanqueadores para lavar ropa prometen blanquear y suavizar la ropa. Eliminar una mancha sin suavizarla podría ser demasiado severo para la tela. Suavizar una tela sin ocuparse de la mancha la deja sucia. ¿Por qué, entonces, necesitamos tanto el poder blanqueador de la justicia de Dios como el poder suavizante de su misericordia, para limpiar la vestimenta del alma?

4. El pecado perdonado puede hacernos sentir mal, pero no debemos olvidar que está perdonado. ¿Cómo podemos aprender que vivir con las consecuencias de nuestro pecado no significa que nuestro pecado no ha sido perdonado?