"Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré" (Salmos 63:7)

Bienaventurado aquel cuyo pecado ha sido cubierto

martes 10 mayo, 2011

"Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su  pecado" (Salmo 32:1).

Durante un año entero después de que pecó contra Urías heteo y Betsabé, David rehusó confesar su pecado. Pero, como nos dice el Salmo 32, él sufrió gran agonía en su mente y en su cuerpo debido a su silencio.

Lee Salmo 32:3 al 5. ¿Qué imágenes poéticas y lenguaje simbólico usa David para describir lo que sucede a quien rehúsa confesar su pecado? ¿Cómo termina David su sufrimiento (verso 5)?

Con mentiras y derramamiento de sangre, David cubre su pecado de adulterio, pero el peso de su culpa lo aplasta. Como muestra el Salmo 32, David se arroja con humildad y arrepentimiento sobre la misericordia de Dios. En su clamor por perdón, David hace varias cosas que son instructivas para los que buscan que Dios los cubra con el perdón: 1) David no presenta ninguna excusa por su pecado; 2) No intenta justificarse; 3) No echa la culpa a la ley de Dios por condenarlo; 4) Solo se echa la culpa a sí mismo por su pecado; 5) Genuinamente, odia el pecado que lo separó de Dios y se aparta de él. Y Dios lo cubre.

David oculta su pecado (Salmos 32:3, 4); Dios lo cubre (versos 1, 2). ¿Cuál es la diferencia entre que nosotros ocultemos y que Dios nos cubra? Antes que la justicia de Cristo pueda cubrir nuestro pecado, ¿qué debemos hacer con él?

Dios no pasa por alto el pecado. Pero el pecado queda cubierto por Dios, lo que significa que la culpa ya no le es imputada al pecador cuando se arrepintió. La confesión sola es incompleta sin el arrepentimiento. Debemos no solo estar tristes por nuestro pecado, sino también apartarnos de él con el poder de Dios. Dios perdona y cubre toda maldad. ¡Su gracia acepta al pecador arrepentido como si nunca hubiera pecado! Ese es Jesús, nuestro Sustituto, sobre quien Dios depositó el pecado. De este modo la justicia de Cristo es imputada al pecador arrepentido.

¿Reconoces ante Dios tu pecado y tus equivocaciones? Si no, ¿estás engañando a Dios o solo a ti mismo? Medita en las implicaciones de tu respuesta

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