"Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo" (Génesis 28:16, 17).

ADORACIÓN FUERA DEL EDÉN

lunes 27 de junio, 2011

Después de su expulsión, Adán y Eva comenzaron una vida fuera del Edén. Aunque la promesa del protoevangelio les fue dada allí, en el Edén (Génesis 3:15), la Biblia no nos muestra que se ofreciera ningún sacrificio hasta después del Edén (aunque uno podría inferir, de Génesis 3:21, algo de ese tipo, pero el texto mismo no dice nada acerca de un sacrificio o de una adoración). Sin embargo, en Génesis 4, con la historia de Caín y Abel, el Génesis revela por primera vez explícitamente un sistema de sacrificios.

Lee con cuidado la historia del primer culto de adoración registrado (Génesis 4:1-7). ¿Por qué no fue aceptable la ofrenda de Caín, pero sí la de Abel?

Caín y Abel representan a dos clases de adoradores que existieron desde la caída. Ambos edificaron altares, y fueron a adorar a Dios con ofrendas. Pero una ofrenda fue aceptable para Dios; y la otra, no.

¿Cuál fue la diferencia? La respuesta tiene que entenderse en el contexto de que la salvación es solo por fe: el evangelio que fue dado a Adán y a Eva en el Edén, aunque el plan mismo fue formulado antes de que el mundo existiera (Efesios 1:4; Tito 1:2).

La ofrenda de Caín representaba el intento de salvación por las obras, el fundamento de toda religión y adoración falsas. El hecho es que la brecha entre el cielo y la tierra es tan grande y profunda que nada de lo que los humanos pecadores pudieran hacer la cruzaria. La esencia del legalismo, de la salvación por obras, es el intento humano de hacer precisamente eso.

En contraste, la ofrenda de un animal que trajo Abel revela (aunque débilmente) la gran verdad de que solo la muerte de Cristo, que era igual a Dios (Filipenses 2:6), podía hacer que el pecador estuviera bien con Dios.

Aquí se nos da una gran lección acerca de la adoración: toda verdadera adoración debe centrarse en la percepción de que somos impotentes para salvarnos, y de que todos nuestros intentos de salvación por obras son manifestaciones como la de Cain. La verdadera adoración debe estar basada en que solo en virtud de la gracia de Dios podemos tener esperanza de vida eterna.

Examina tus propios pensamientos, motivos y sentimientos interiores acerca de la adoración. ¿Cuán centrada en Cristo es tu adoración? ¿O podría estar concentrándose demasiado en ti mismo?