"Cantad a Jehová cántico nuevo; cantad a Jehová, toda la tierra" (Salmos 96:1).
UN CORAZÓN CONTRITO, UN ESPÍRITU QUEBRANTADO
"Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Salmos 51:17). Piensa en estas palabras en el contexto de la adoración. (En el antiguo Israel, la adoración se centraba en los sacrificios.) La palabra traducida como "contrito" viene de una raíz hebrea que significa "aplastado". ¿Qué nos quiere decir Dios aquí? ¿Cómo se combina esto con la idea de que debería haber gozo en nuestra adoración? ¿Por qué estos dos conceptos que contrastan no son contradictorios?
Como cristianos, sabemos que toda la humanidad está caída y es pecadora. Esta degradación nos incluye a cada uno de nosotros. Piensa en el contraste entre lo que podrías ser y lo que eres; entre la clase de pensamientos que tienes y los que deberías tener; entre lo que haces y lo que deberías hacer, entre lo que no haces y lo que deberías hacer. Como cristianos, al comparar las normas bíblicas de Jesús con nuestra verdadera naturaleza, nos sentimos devastados. Por eso, nuestro corazón está quebrantado, aplastado y contrito. Si alguien que profesa ser cristiano no ve esto, está ciego; lo más probable es que no tuvo una experiencia de conversión, o la perdió.
No obstante, el gozo viene de saber que, a pesar de nuestra condición caída, Dios nos amó tanto que Cristo vino y murió, ofreciéndose por nosotros, y que su vida y su carácter perfecto llegan a ser acreditados a nosotros por fe. Otra vez aparece el tema del "evangelio eterno" (Apocalipsis 14:6). Nuestra adoración no debe centrarse en nuestra propia pecaminosidad, sino en la asombrosa solución divina de ello: la cruz. Necesitamos ese corazón contrito y aplastado, pero siempre necesitamos enmarcar esa triste realidad en lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. El darnos cuenta de cuán malos somos nos lleva al gozo, porque sabemos que, a pesar de nuestra condición, podemos tener vida eterna y, por causa de Jesús, Dios no contará nuestras transgresiones en contra de nosotros. Esta es una verdad que debe estar en el centro de toda experiencia de adoración, sea corporativa o privada.