“¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Salmos 84:1, 2).
ADORAD A JEHOVÁ, NUESTRO CREADOR
Los Salmos de alabanza describen quién es Dios y por qué es digno de adoración. Declaran su grandeza, e invitan a los adoradores a ir a Dios con adoración gozosa, para honrarlo.
¿Qué tienen en común los siguientes ejemplos? Salmos 90:1, 2; 95:1-6; 100:1-5.
El Salmo 19 es otro canto en alabanza a Dios como Creador. ¿Cuál es su mensaje esencial? ¿Por qué es importante para nosotros hoy, en un momento cuando muchos alegan que existimos solo como resultado natural de fuerzas no dirigidas que nos crearon por puro azar?
Nota cómo el salmista repentinamente cambia de tema: de analizar la gloria de Dios revelada en los cielos a su palabra revelada. Esta transición abrupta es intencional. Lee Juan 1:1 al 3; Colosenses 1:16 y 17; Hebreos 1:1 al 3. ¿Qué gran verdad está enfatizando el salmista?
El mismo Dios que habló, y los mundos existieron, también dio las leyes morales, físicas y sociales para gobernar a la familia humana. Las Escrituras del Antiguo Testamento claramente identifican a Dios como el Creador del mundo tanto como el Dador de la Ley escrita. Los autores del Nuevo Testamento ven a Jesucristo como el Creador y el Dador de la Ley, como también la Palabra hecha carne, que vivió entre sus criaturas a fin de revelarles al Padre y morir como sustituto de ellas. Por eso, solo él es digno de adoración.
Así vemos, en los Salmos, uno de los principios fundamentales de la adoración, como se observa en el primer mensaje angélico (Apocalipsis 14:7). Adoramos a Dios porque él es nuestro Creador, y es nuestro Redentor (Apocalipsis 14:6). Si estas no son razones para alabarlo y adorarlo, ¿cuáles lo son?
¿Cómo puedes tratar de conocer mejor a Dios por medio de sus obras creadas?