“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23).
“En espíritu Y en verdad”
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Deuteronomio 11:16; Lucas 1:46-55; 4:5-8; 19:37-40; Juan 4:1-24.
COMO HEMOS VISTO, el mensaje del primer ángel es un llamamiento a proclamar el "evangelio eterno". En el centro de ese evangelio está Jesús, el Dios encarnado, quien con poder y medios que no podemos comenzar a captar vino a este mundo como un hombre.
Piensa en esto: el Dios que hizo todo lo creado (Juan 1:1-3) llegó a ser humano, y entonces vivió una vida sin pecado, y se ofreció como un sacrificio por los pecados de la humanidad. Cuando consideras el tamaño del cosmos, los miles de millones de galaxias, cada una compuesta por miles de millones de estrellas, ¿es posible creer que Aquel que creó todo eso fue Jesús? Es algo tan increíble que apenas podemos abarcarlo. No es extraño que Pablo escribiera: "Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios" (1 Corintios 1:18).
Con esta verdad ante nosotros, no es extraño que queramos adorar a ese Dios. Exploraremos temas de adoración y alabanza como lo revela el ministerio del Creador encarnado, que tomó sobre sí la forma y la carne de lo creado.