“Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra” (Apocalipsis 14:3).

“CAÍ A SUS PIES COMO MUERTO”

domingo 18 de septiembre, 2011

Tal vez una de las mayores revelaciones que se nos ha dado de la majestad y el poder de Dios nos ha llegado por la astronomía. La mayoría de los antiguos no tenía idea del tamaño y la expansión del cosmos. En el siglo XX, con los increíbles avances de diversos telescopios, se nos ha dado una visión del universo que habría dejado atónitos a la mayoría de los antiguos. De hecho, nosotros mismos estamos atónitos por él, por su tamaño, por las distancias, y por el increíble número de galaxias y de estrellas. Apenas podemos alcanzar a captar todo esto.

Y aquí está lo asombroso: solo algo mayor que el cosmos pudo haberlo creado, del mismo modo que solo algo mayor que una pintura puede haber creado el cuadro. De este modo, el Dios a quien adoramos, el Dios a quien servimos, es el Creador del universo; de allí que él es "mayor" que todo lo creado.

¿Quiénes, entonces, somos nosotros en contraste con Dios?

Lee Apocalipsis 1:13 al 18. Vemos la representación de Jesús que presenta Juan, como se le reveló allí. ¿Cuál fue su reacción, y por qué reaccionó de ese modo? ¿Cómo se presenta aquí la cruz?

Lee Job 42:1 al 6. ¿Cómo se compara la reacción de Job con la de Juan?

Aunque ambos hombres recibieron solo una parte de la revelación de Dios, lo que ellos vieron fue suficiente para humillarlos grandemente. Hubo temor, reverencia, respeto y un sentido de arrepentimiento en sus reacciones. ¿Cómo podría no ser así? Estaban recibiendo una visión del Creador del universo; más aún, eran seres pecadores que recibían una visión de un Dios sin pecado y santo. Sin duda, su propia pecaminosidad, su propia injusticia, su propia inmundicia, se despertaron en ellos ante la presencia del Señor.

¿De qué modo nuestra adoración debería despertar en nosotros una reacción similar? Es decir, al recibir un sentido de la presencia de Dios, ¿no deberíamos humillarnos? Al mismo tiempo, ¡cuán crucial es que la cruz sea elevada antes nosotros como nuestra única esperanza de salvación!