"Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre" (Gálatas 4:26)
AGAR Y EL MONTE SINAÍ (Gálatas 4:21-31)
¿Qué relación de pacto quería tener Dios con su pueblo en el Sinaí? ¿Qué semejanzas tiene con la promesa de Dios a Abraham? Éxodo 6:2-8; 19:3-6; Deuteronomio 32:10-12.
Dios deseaba tener la misma relación de pacto con los hijos de Israel que él había tenido con Abraham. Existen semejanzas entre las palabras de Dios a Abraham en Génesis 12:1 al 3 y a Moisés en Éxodo 19 . Dios enfatizó lo que él haría por su pueblo. No les pidió nada para darles sus bendiciones; pero ellos debían ser obedientes como respuesta a esas bendiciones. Las palabras “dar oídos” y “guardar”, en Éxodo 19:5 , literalmente significan “escuchar”. Las palabras de Dios no implicaban justificación por obras, sino que Israel tuviera la misma fe que caracterizó a Abraham (¡por lo menos la mayor parte del tiempo!).
Si la relación que Dios ofreció a Israel en el Sinaí es similar a la dada a Abraham, ¿por qué Pablo identifica el monte Sinaí con la experiencia de Agar? Éxodo 19:7-25; Hebreos 8:6, 7 .
El pacto en el Sinaí señalaba la pecaminosidad de la humanidad y su remedio: la abundante gracia de Dios, simbolizada en los servicios del Santuario. El problema con el pacto del Sinaí no fue la parte de Dios sino las promesas defectuosas del pueblo (Hebreos 8:6 ). En vez de responder con humildad y fe, lo hicieron con confianza propia. “Todo lo que Jehová ha dicho, haremos” (Éxodo 19:8 ). Después de ser esclavos en Egipto por cuatrocientos años, no tenían idea de la majestad de Dios ni de su propia pecaminosidad. Así como Abraham y Sara trataron de ayudar a Dios, los israelitas transformaron el pacto de gracia de Dios en uno de obras. Agar simboliza al Sinaí porque ambos revelan los intentos humanos de salvación por obras.
Pablo no afirma que la ley dada en el Sinaí era mala ni que estaba abolida. Está preocupado por una actitud legalista. “En lugar de servir para convencerlos de la absoluta imposibilidad de agradar a Dios guardando la Ley, esta fomentó en ellos una dependencia propia para agradar a Dios. Así, la Ley no sirvió para que la gracia condujera a los judaizantes a Cristo. En cambio, los excluía de Cristo” (O. Palmer Robertson, The Christ of the Covenants, p. 181).