Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Eclesiastes 12:14).
LA HORA DE SU JUICIO
“Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado, ni oculto, que no haya de saberse” (Mateo 10:26).
Mirando el mundo alrededor, podemos entender la idea de juicio y condenación. Cualquiera se da cuenta de que la humanidad está mal. ¿Quién no puede ver el desorden y el desastre que hemos hecho? Un poeta escribió: “Lloré cuando nací, y cada día muestra por qué”. ¿Quién no se identifica con esta idea? ¿Quién no ha sido víctima de lo avaras, egoístas y malvadas que pueden ser las personas? ¿O quién, en algún momento, no fue avaro, egoísta y malvado?
Por eso, si Dios es justo, y si la justicia fuera su único atributo, ¿quién podría pararse frente a él? Si Dios sabe nuestros asuntos secretos, aun nuestros actos ocultos (Eclesiatés 12:14), ¿qué posibilidad tendríamos de salvarnos, aun los más piadosos, en el día del juicio, cuando todo sea revelado?
Pero, nuestro Dios también es un Dios de gracia. El plan de salvación fue establecido para que cada ser humano pueda evitar la condenación que la justicia de Dios demanda. Sin la gracia, estaríamos todos condenados por la justicia de Dios. Nuestra única esperanza, ante un Dios justo, es la gracia.
Lee Apocalipsis 14:6 y 7. ¿Cómo revelan estos versículos el lazo entre la justicia de Dios y su gracia? ¿Cómo son paralelos con lo que vimos en Génesis 3, y cómo muestran la relación entre la gracia y el juicio?
Nota que, antes de la advertencia de que “la hora de su juicio ha llegado”, el ángel proclama el “evangelio eterno”. Tiene que ser así, si no, el juicio condenaría a todos. Ninguno de nosotros tendría una oportunidad, porque todos pecamos y violamos la ley de Dios. En este último mensaje de advertencia al mundo, se proclama la gracia de Dios. De otro modo, el juicio condenaría a todos, sin excepción. Sin la gracia, ¿qué mensaje daríamos al mundo, fuera de que Dios nos destruirá a todos, sin esperanza de escapar? Felizmente, el mensaje que tenemos se fundamenta en el “evangelio eterno”.
¿Qué papel desempeñas tú en ayudar a difundir a otros este mensaje de juicio y de gracia? ¿Qué más podrías hacer para esparcirlo (porque probablemente, podrías hacer más)?