“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11, 12).

LOS DONES Y LA RESPONSABILIDAD CRISTIANA

jueves 19 de abril, 2012

No descubrimos los dones espirituales solo para satisfacer nuestra curiosidad, sino para saber lo que el Señor quiere que hagamos y conocer nuestro lugar en el cuerpo de la iglesia. Es una gran responsabilidad cumplir aquello para lo cual el Señor nos ha equipado.

Compara Romanos 12:4; 1 Corintios 12:12; y Efesios 4:16. ¿Qué nos enseñan acerca de los dones espirituales y el cuerpo?

Los tres capítulos enumeran los dones espirituales en el contexto del cuerpo de la iglesia. Esto muestra que, aunque una persona pueda involucrarse en la testificación o en la evangelización, como sucedió con Felipe (Hechos 8), cada uno tiene la responsabilidad de ejercer sus dones por medio de la iglesia.

Vimos que lo que haga la iglesia debe hacerse bajo la autoridad y la dirección del Espíritu Santo. Debemos buscar la voluntad de Dios y obrar en armonía con lo que el Espíritu nos revele. No debemos caer en la trampa de hacer planes y luego pedir la aprobación divina, o decir: "¿Qué puede hacer nuestra iglesia para Dios?" Mejor es descubrir lo que Dios está haciendo y participar en ello.

¿De qué modo el Espíritu Santo dirigió a los discípulos según Mateo 10:19 y 20; y Hechos 13:4 y 5; y 16:6 y 7?

Los discípulos permitieron que el Espíritu Santo los dirigiera. Algunas veces trataron de entrar en otros campos, y el Espíritu lo impidió. Pablo recibió una visión en la que el Espíritu Santo lo instruyó sobre dónde debía trabajar (ver Hechos 16:9, 10).

Los dones espirituales deben usarse responsablemente, y la mejor manera de hacerlo es que quien recibe un don mantenga una comunicación abierta con el Espíritu. Tenemos la responsabilidad de mantener la unidad de la iglesia. Si somos guiados por el Espíritu, habrá unidad, porque el Espíritu dirige a la iglesia, y a los individuos dentro de ella.

Cuando nos comprometemos con el servicio de Cristo, sucederán grandes cosas al derramarse el Espíritu Santo sobre nosotros, pero la clave es que, como individuos y como iglesia, estemos listos para recibir lo que el Espíritu nos da.