“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2).

LA NECESIDAD DE SER UN CUERPO UNIDO

jueves 17 de mayo, 2012

Se ha afirmado que el cristianismo que no comienza con el individuo, en realidad, nunca empieza, pero que un cristianismo que termina en el individuo se acaba. Esto señala la importancia de que cada nuevo creyente se incorpore al cuerpo de los creyentes. Esa incorporación no pueden hacerla solo ciertas personas. La incorporación es tarea de la iglesia entera.

Lee Colosenses 1:28 y 29. ¿Qué blanco específico puso Pablo ante sus nuevos conversos?

La madurez del cristiano, crecer hacia la plenitud de Cristo (Efesios 3:19), es la meta de la congregación. Ayudar a la madurez de los nuevos conversos es tan importante como trabajar para que acepten a Cristo y se unan a su iglesia. La iglesia, al incorporarlos, se asegura de que sus esfuerzos evangelizadores no sean una pérdida de tiempo. Antes de comenzar algún proyecto misionero, la iglesia debe prepararse. Nos concentraremos en el transporte, la atención de los niños, quiénes recibirán a las visitas, los equipos de oración y los de visitación. Pero Pablo quiere que nos concentremos en otra parte de la preparación.

Indica por qué es importante preguntar cómo pueden involucrarse los creyentes nuevos en la vida de la iglesia y sus programas. ¿Cómo puede la iglesia entrar en la vida de los creyentes nuevos y ayudarlos a madurar? ¿Están relacionados estos dos conceptos? Si es así, ¿de qué modo?

A menudo pensamos que el seguimiento y la incorporación del nuevo creyente debe hacerlos la persona que la llevó a Jesús. Para Pablo sería imposible alimentar a todos los que creyeron a través de su ministerio. Esta no es la manera bíblica de obrar. El seguimiento es la obra de la iglesia entera.

Con frecuencia, lamentamos que las personas nuevas entran por la puerta del frente y salen por la puerta de atrás poco después. Esta es una tragedia de consecuencias eternas.

Piensa en los miembros nuevos de tu iglesia local. ¿Cómo puedes tú –y no el pastor, el anciano, sino tú– involucrarte en ayudarlos a llegar a estar firmemente arraigados en la comunidad de la iglesia y en sus enseñanzas?