“Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 1:2, 3).
GOZOSO Y AGRADECIDO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 1 Tesalonicenses 1:1-10; 1 Corintios 13; 1 Timoteo 1:15; Gálatas 5:19-23; Daniel 12:2.
PENSAMIENTO CLAVE: Pablo tenía muchas cosas buenas que decir de los tesalonicenses, por lo menos cuando comenzó a escribirles su primera carta. Lo que él alaba es digno de nuestra atención.
PABLO COMIENZA su primera carta a los Tesalonicenses enfatizando la oración y cuánto él ora por ellos, lo que revela el profundo amor y preocupación que tenía por esa iglesia.
Luego se regocija porque los tesalonicenses parecen seguir siendo fieles. Sus vidas ofrecían evidencias del poder transformador del Espíritu, a pesar de los desafíos que afrontaban.
Pablo concluye su primer capítulo destacando cuán abiertos estuvieron hacia Pablo y sus enseñanzas, al punto de que llegaron a ser verdaderos “adventistas”. Eran creyentes que vivían cada día esperando el día en que Jesús volvería para librarlos de “la ira venidera”.
En esta lección obtenemos un vistazo de la manera en que los conversos nuevos trataban los desafíos que vinieron después de que fueron evangelizados.