"Sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones" (1 Tesalonicenses 2:4).

VALENTÍA EN EL SUFRIMIENTO (1 TESALONICENSES 2:1, 2)

domingo 29 de julio, 2012

Lee 1 Tesalonicenses 2:1 y 2 a la luz de Hechos 16. ¿Qué conexión establece Pablo entre su ministerio anterior en Filipos y el que realizó en Tesalónica?

Primera de Tesalonicenses 2:1 continúa los temas del capítulo 1. Al decir "vosotros mismos sabéis" recuerda la misma expresión en 1 Tesalonicenses 1:5. Y la referencia de Pablo a "llegar" o la manera en que "nos recibieron" recuerda 1 Tesalonicenses 1:9. Pablo sigue con los temas que planteó en el primer capítulo. Allí, cuenta que en "todo lugar" sabían de ellos. Ahora analizará lo que los lectores saben acerca de los apóstoles y su compromiso con la fe.

Pablo recuerda la manera en que Silas y él fueron maltratados en Filipos por haber predicado el evangelio. En el largo camino de Filipos a Tesalónica, tuvieron un doloroso recordativo de ese trato. Sin duda, llevaban señales exteriores de su dolor. Habría sido fácil para ellos dar un enfoque menos directo al evangelizar en la nueva ciudad. Después de todo lo que habían pasado, ¿quién los habría culpado?

Pero los tesalonicenses demostraron estar ansiosos y abiertos a la verdad. La realidad les decía: "No prediquen el evangelio otra vez". Pero, en medio de sus dolores y sufrimiento, Dios les decía a Pablo y a Silas: Sean valientes. Sean fuertes. Así que, "comenzamos a ser valientes" (2 Tesalonicenses 2:2, traducción del autor), a pesar de la probabilidad de que la persecución se levantara otra vez. Había un fuerte contraste visible entre su condición humana (y todas las debilidades que la acompañan) y el poder que recibieron de Dios.

Finalmente, el Señor usó esas circunstancias externas para su gloria. Las heridas visibles de los predicadores proveyeron a los tesalonicenses la evidencia de dos cosas. Primera, el evangelio que ellos predicaban provenía de su convicción personal. No lo hacían por ventajas personales (1 Tesalonicenses 2:3-6). Segunda, era claro para los oyentes que Dios estaba con Pablo y Silas. El evangelio que predicaban no era una sencilla construcción intelectual; estaba acompañado por la presencia de Dios como se revelaba en las vidas de los apóstoles (ver el versiculo 13).

¿Qué señalarías como evidencia de que Dios ha cambiado tu vida? ¿De qué forma esta evidencia se ve en otros, si es que es visible?