“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2:3).
UNA RESPUESTA CORTA DE PABLO
En el corto intervalo entre 1 y 2 Tesalonicenses, los miembros de esa iglesia llegaron a confundirse sobre el significado de lo que Pablo escribió en su primera carta. Sacaron la conclusión de que la segunda venida era inminente o que ya había sucedido en secreto (2 Tesalonicenses 2:2). ¿Cuál fue la breve respuesta de Pablo a este problema? "Eso no puede ser cierto de ningún modo. Hay demasiadas cosas que todavía no sucedieron". La confusión en Tesalónica llevó a Pablo a escribir un bosquejo más extenso de los eventos finales. Si no lo hubiera hecho, no lo tendríamos.
Lee 2 Tesalonicenses 2:3 y 4. ¿Qué nos enseña Pablo acerca del "hombre de pecado"? ¿Qué principios encontramos aquí que nos ayudan a comprender lo que Pablo estaba analizando?
Los versículos 3 y 4 son una oración incompleta en el original. La frase "Porque no vendrá" falta en el griego, y la mayoría de las traducciones la añade. Pablo enumera las cosas que tienen que suceder antes de que Jesús pueda venir. Habrá una "apostasía", y luego se revelará "el hombre de pecado". Esa revelación se describe en 2 Tesalonicenses 2:8 al 10, como la obra de Satanás justo antes de la venida de Jesús (que examinaremos más en detalle en la sección del miércoles). Pero, antes de la revelación de la iniquidad, hay un período de "misterio" y de restricción (2 Tesalonicenses 2:6, 7).
El versículo 4 es una descripción del hombre de pecado (o de "ilegalidad"), que opera a escondidas por un tiempo y que será revelado al fin. Él se opone a Dios, se exalta a sí mismo por sobre Dios, se sienta en el templo y proclama que él es Dios. Este versículo está lleno de alusiones a textos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento. El "que se opone" nos recuerda a Satanás en Zacarías 3:1. Se exalta por sobre Dios y usurpa el lugar de Dios, y nos recuerda al cuerno pequeño de Daniel 8. Mostrarse como Dios nos recuerda a Satanás en Isaías 14 y Ezequiel 28; también sugiere el poder blasfemo de Daniel 11:36 al 39. Así, la descripción del hombre de pecado apunta tanto a Satanás mismo como a un malvado agente de Satanás en la historia cristiana.
¿De qué maneras sutiles cada uno de nosotros es vulnerable a tener la misma clase de actitud que vemos revelada en este "hombre de pecado"?