“Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado” (Salmos 100:3).
LA IMAGEN DE DIOS: Primera parte
Como vimos ayer, Adán y Eva fueron personas literales, no símbolos o mitos, sino seres de carne y hueso hechos “a la imagen de Dios”. Obviamente, ser hechos a la imagen de Dios es algo bueno, sagrado, que nos otorga valor inherente. ¿Qué significa esto, realmente?
Lee Génesis 1:26. ¿Qué afirmación parece vincularse con la creación del hombre a la imagen de Dios? Es decir, Dios dice que la humanidad está hecha a su imagen, y luego dice algo como un resultado. ¿Qué es eso, y cómo nos ayuda a comprender el concepto de “imagen de Dios”?
Génesis 1:26 es una declaración de intención hecha por Dios. Él creó al hombre a su imagen y luego le ordenó algo. Ser creado a la imagen de Dios parece ser necesario para ejercer cierta función; en este caso, para tener “dominio” sobre el resto de lo que Dios había creado. Por lo tanto, “la imagen de Dios” otorgó dotaciones físicas, intelectuales, sociales y espirituales necesarias para que la humanidad cumpliera el propósito de Dios para ella. “Tener dominio” sobre el resto de la creación ciertamente incluye respeto, cuidado y buena mayordomía. Tal vez la humanidad debía interactuar en una forma dinámica con el orden “inferior”, creado de tal modo que reflejara cómo Dios interactúa con los hombres mismos. Hechos a la imagen de Dios, también significa que los humanos debían representar a Dios en el mundo.
¡Qué responsabilidad!
Lee Marcos 12:13-17. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a comprender lo que significa ser hechos a la imagen de Dios?
El mensaje práctico de Jesús parece ser: “Da tu dinero a César; él tiene su imagen en él y, por lo tanto, le pertenece. Pero date a ti mismo a Dios. Tú tienes su imagen, y le perteneces a él” (Millard J. Erickson, Christian Theology, p. 515). ¿Cómo se traduce esto en términos prácticos? Lo más probable es que también llevemos la imagen de Dios en nuestro amor, compromiso y lealtad a él, así como en la forma en que tratamos a otros. Ser hechos a la imagen de Dios es algo que se debe manifestarse en nuestras acciones.