"De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).

LA EXPERIENCIA DE LA SALVACIÓN: Segunda parte

jueves 25 octubre, 2012

La experiencia de la justificación pone, dentro de la vida del creyente, realidades espirituales que inician cambios en la vida de la persona. En la justificación, el pecador es perdonado (Lucas 7:47; Efesios 1:7; Romanos 4:7), es liberado de las acusaciones de pecado y reconocido como justo (Romanos 5:16, 18; 8:1), y recibe el don de una vida nueva (Efesios 2:1-5; 2 Corintios 5:17).

En esta experiencia nueva, no importan nuestro pasado ni nuestros pecados, no importa cuántas faltas y errores hayamos cometido, podemos ser perdonados y limpiados por Dios.

Piensa en lo que esto significa. La muerte de Cristo cubre todo pecado, no importa cuánto te condene tu corazón (1 Juan 3:20); cuando te entregas a Cristo, por fe, y aceptas su vida perfecta en lugar de tus propios “trapos de inmundicia” (Isaías 64:6), entonces ya está cubierto por la justicia de Cristo. Su vida perfecta te es acreditada como si fuera tuya. ¡Eso es un regalo al pecador!

La pregunta es: ¿Cómo puede pasar algo así a una persona, y que esa persona no cambie radicalmente? Ese cambio, a menudo llamado “nuevo nacimiento”, es una parte esencial de la experiencia de la salvación.

Lee los textos mencionados en los párrafos previos, y resume sus enseñanzas acerca de la justificación y la forma en que la experimentamos en nuestra propia vida.

La experiencia del perdón concluye con la ira de Dios, y despeja cualquier barrera para recibir la reconciliación y el compañerismo con Dios. Una vida nueva se abre al pecador, quien puede vivir en compañerismo con Cristo bajo la dirección y la guía del Espíritu Santo.

El arrepentimiento es el requisito previo para recibir el perdón y la justificación, y viene acompañado de la confesión y el bautismo (Hechos 2:38; 1 Juan 1:9). Esto ayuda a explicar el hecho de que, aunque el perdón está disponible para todos, no todos serán perdonados.

¿Cómo es tu vida al tener esta promesa: que tu aceptación ante Dios está basada en lo que Jesús hizo para ti, y no en lo que hagas o en la observancia de la Ley?

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