“Esto os escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:14, 15).

EL GOBIERNO DE LA IGLESIA

jueves 22 de noviembre, 2012

Gobernar es lograr que las cosas se hagan. Así es en la vida social, y también en la de la iglesia. El gobierno involucra organizar las cosas de modo funcional y coherente, con reglamentos y estructuras diseñados para facilitar las tareas. La autoridad también es vital para el gobierno. En la vida de la iglesia, ¿quién tiene que autorizar cosas y quién puede ser autorizado para hacer cosas? Las diferentes respuestas a estas preguntas produjeron distintas formas de gobierno eclesiástico.

Los adventistas del séptimo día tienen un sistema representativo de gobierno de la iglesia. Idealmente, el liderazgo actúa porque los representantes recibieron autoridad y responsabilidades delegadas por la feligresía. No basta con que el sistema de gobierno de la iglesia se apoye en las Escrituras; la autoridad dentro del sistema debe mostrar sensibilidad a los valores bíblicos.

Considera Hechos 15:1-29. ¿Qué principios vemos aquí involucrados en la organización y el gobierno de la iglesia?

Según esto, la organización de la iglesia necesita estar centrada en la difusión del evangelio. Bíblicamente, el gobierno de la iglesia es tan bueno como sea su promoción de la misión y la evangelización.

Cristo ejerce su autoridad por medio de su iglesia y sus líderes designados, pero no les ha entregado todo su poder a ellos: él sigue siendo la cabeza de la iglesia (Efesios 1:22). La iglesia primitiva sabía que no podía ejercer ninguna autoridad independiente de Cristo y su palabra. En Hechos 15:28, vemos que la asamblea decidió lo que ha "parecido bien al Espíritu Santo", el representante de Cristo. Los líderes de la iglesia, hoy, deben actuar en la misma forma.

Considera Mateo 20:24-28, y 23:8. ¿Qué implicaciones tiene respecto del ejercicio de la autoridad en la iglesia, en todos los niveles?

¿Cuán dispuesto estás a servir a otros? Piensa en tus motivos para lo que haces en la iglesia, sin tomar en cuenta el cargo que tengas. ¿Cuáles son esos motivos, y cómo puedes mantenerlos en armonía con los principios revelados en la Palabra?