“En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan 3:16).

EL MATRIMONIO CRISTIANO

miércoles 12 diciembre, 2012

El hombre es un ser social. En el hogar, en el trabajo, en lugares públicos, la gente desarrolla toda clase de relaciones. Una conducta cristiana responsable debería verse en todo lugar, y la Biblia tiene principios para guiarnos en estas relaciones.

Lee los siguiente pasajes y prepara una definición bíblica de matrimonio: Génesis 2:21-25; Malaquías 2:14; Efesios 5:28.

Hoy se dice que el matrimonio es difícil de definir porque su significado difiere en el tiempo y entre pueblos y culturas diferentes. Pero la Biblia no tiene una idea flexible del matrimonio. Según la Escritura, el matrimonio es una institución dada por Dios, en que dos adultos de diferente género hacen un pacto para compartir una relación íntima y duradera. Es decir, la Biblia marca un vínculo profundo de unidad entre un hombre y una mujer, con un sentido de permanencia, fidelidad y confianza. Como en la relación con Dios, la relación entre los esposos debería ser protegida en forma sagrada.

Hoy, aun dentro de la iglesia, el matrimonio es tratado con liviandad. Las personas se unen ante Dios y luego, cuando surgen asperezas, se presentan frente a un juez humano, quien, por medio de leyes humanas, separa lo que Dios ha unido. Algo está mal en dicha situación; pero como iglesia, luchamos por saber qué hacer en estas situaciones.

Además de los problemas de poligamia, cohabitación, divorcio, nuevo casamiento y la práctica de la homosexualidad, ¿qué desafíos acerca de la sexualidad humana puedes identificar en la sociedad hoy? ¿Qué consejo bíblico puedes ofrecer frente a estos problemas?

El adulterio, la fornicación y la pornografía abundan en la sociedad actual. No obstante, Dios sigue considerando las fallas humanas con compasión y misericordia; y estas malas prácticas pueden ser vencidas por medio de la gracia de Cristo. Con esfuerzo, se debe tratar de alcanzar los ideales divinos, aunque hoy se justifique el pecado con muchas excusas y calificaciones culturales.

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