“Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hechos 3:19-21).

EL SANTUARIO CELESTIAL: Primera parte

domingo 16 de diciembre, 2012

La Creencia Fundamental número 24 comienza diciendo: “En el cielo hay un Santuario, el verdadero Tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre” (ver Hebreos 8:2). Esta es una de las presuposiciones de la Biblia (Salmos 11:4).

Lee Hebreos 8:1-5. ¿Qué enseñan estos versículos?

El Santuario terrenal se describe como un tipo, o modelo, del celestial; esto significa que el primero tiene algún parecido con el segundo. El Santuario terrenal nos enseña mucho acerca del celestial. A pesar de lo que ese Santuario significaba para Israel, su verdadera importancia se encuentra en el celestial y lo que sucede allí. Por medio de los sacrificios y el ministerio sacerdotal, el modelo nos enseña realidades del Santuario celestial. Los servicios del Santuario terrenal fueron el medio que usó Dios para explicar los principios de la salvación a su pueblo, una sombra del real ministerio de Cristo (Hebreos 9:9-15), tanto en su muerte como en su intercesión en el Santuario celestial.

El Santuario terrenal enseñaba que, aunque era necesario el derramamiento de sangre (Hebreos 9:22) para expiar el pecado, todavía existía la necesidad de un mediador sacerdotal entre los pecadores y un Dios santo. El ministerio del sacerdote en el Lugar Santísimo purificaba el Santuario del pecado, y requería que la gente se afligiera y arrepintiera. Así, el Juicio también se destacaba como una parte integral del ministerio total de salvación.

Es fascinante destacar que Hebreos 8:1, 2 dice que la meta de los siete capítulos anteriores del libro era señalar la realidad del Santuario celestial y el lugar de Cristo como Sumo Sacerdote en ese Santuario. Hebreos asigna gran importancia al ministerio de Cristo en el Santuario celestial como parte de todo el plan de salvación. Nada indica que el Santuario en el cielo, y mucho menos el ministerio de Cristo allí, fuera como metafórico o simbólico. En realidad, el versículo 5 deja en claro que el Santuario terrenal, una estructura real con sacerdotes y sacrificios reales, era solo una “sombra” de la realidad de lo que Cristo hace por nosotros en el Santuario celestial.