Bramando el león, ¿quién no temerá? Hablando el Señor DIOS, ¿quién no profetizará?

Amos 3:8

EL ORGULLO QUE CONDUCE A LA CAÍDA

jueves 25 abril, 2013

Lee el libro de Abdías. ¿Qué importantes verdades morales y espirituales puedes obtener de esta lectura?

Abdías es el libro más breve del Antiguo Testamento, e informa de la visión profética del juicio de Dios sobre la tierra de Edom. El mensaje del libro se concentra en tres problemas: la arrogancia de Edom (vers. 1-4), la próxima humillación de Edom (vers. 5-9) y la violencia de Edom contra Judá (vers. 10-14).

Los edomitas eran los descendientes de Esaú, el hermano de Jacob. La hostilidad entre los israelitas y los edomitas retrocede a la pelea familiar entre aquellos mellizos, quienes más tarde fueron padres de dos naciones. Así, los israelitas recibieron de Dios la orden: “No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano” (Deuteronomio 23:7).

A pesar de esto, las hostilidades entre las dos naciones siguieron durante siglos. Cuando Babilonia destruyó Jerusalén y llevó cautivos a sus ciudadanos, los edomitas no solo se regocijaron, sino también despojaron a los israelitas al huir y también ayudaron a saquear Jerusalén (Salmos 137:7). Por esta razón, el profeta Abdías advirtió que Edom sería castigado con su propia norma: “Como tú hiciste, se hará contigo” (Abdias 15). Los edomitas no se portaron como hermanos hacia el pueblo de Judá en su peor hora, sino más bien se unieron a las fuerzas enemigas (Lamentaciones 4:21, 22).

La región ocupada por Edom está al sudeste del Mar Muerto. Es una tierra montañosa, llena de altas cumbres, despeñaderos abruptos, cavernas y hendiduras donde se podían esconder ejércitos. Varias ciudades edomitas se construyeron en estos lugares casi inaccesibles. Sela (también conocida como Petra) era la capital de Edom. La nación desarrolló una confianza arrogante resumida en la pregunta: “¿Quién me derribará a tierra?” (Abdias 3).

Dios tiene por responsables a quienes se aprovechan de otros en su tiempo de angustia. Abdías advirtió, al orgulloso pueblo de Edom, que Dios traería humillación sobre sus cabezas. No se puede escapar de Dios (Amós 9:2, 3). El venidero día de Dios traerá tanto juicio como salvación. Edom bebería la copa de la ira de Dios, mientras la fortuna del pueblo de Dios sería restaurada.

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