Bramando el león, ¿quién no temerá? Hablando el Señor DIOS, ¿quién no profetizará?

Amos 3:8

REUNIÓN DE ISRAEL CON DIOS

miércoles 24 abril, 2013

“Prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel” ( Amós 4:12).

El capítulo 4 de Amós comienza con la descripción de los pecados de Israel y termina con el anuncio del día de rendición de cuentas. Dios tiene por especialmente responsable a su pueblo por la manera en la que vive y trata a otros.

Amós enumeró una serie de desastres naturales, cualquiera de los cuales debería haber sido suficiente para volver la Nación a Dios. La lista está compuesta por siete desastres, la plenitud completa de los castigos por quebrantar el pacto de Dios (de acuerdo con las palabras de Moisés en Levítico 26). Algunos de los desastres nos recuerdan algunas de las plagas que Dios envió sobre Egipto, mientras la descripción de la última calamidad menciona la destrucción total de Sodoma y Gomorra.

De acuerdo con la oración de Salomón en la dedicación del Templo, ¿qué debe hacer el pueblo, normalmente, al enfrentarse con desastres? 1 Reyes 8:37-40.

El pueblo de Dios ya no se comportaba más como un pueblo normal, y Dios halló que era imposible captar su atención. Además, los juicios de Dios habían resultado en un endurecimiento del corazón del pueblo. Como el pueblo no volvió a Dios, Amós presentó una última oportunidad de arrepentimiento.

El juicio final era inminente, pero Amós no especificó cómo sería el castigo. La perturbadora incertidumbre en las palabras de Amós hizo que la amenaza de juicio fuera aún más siniestra. Israel no había buscado a Dios, así que Dios sale a encontrarse con Israel. Si falla el castigo, ¿podrá salvarlos un encuentro con Dios?

Amós 4:12 comienza con las palabras “de esta manera te haré a ti”, que es un eco de una fórmula tradicional de juramento. Esta solemne declaración pide una respuesta de Israel, de prepararse para encontrarse con su Dios como sucedió antes, en la aparición de Dios en Sinaí (Éxodo 19:11, 15).

Lee cuidadosamente Amós 4:12 y 13. Si de repente escucharas la advertencia: “Prepárate para encontrarte con tu Dios, oh ________________[aquí pon tu nombre]”, ¿qué responderías? ¿Cuál sería tu única esperanza? (Ver Romanos 3:19-28.) 

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