“Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová de los ejércitos estará con vosotros, como decís” (Amós 5:14).

RELIGIÓN COMO SIEMPRE

lunes 29 de abril, 2013

Lee Amós 5:23 y 24; Oseas 6:6; Mateo 9:13; Salmo 51:17. ¿Qué indican estos textos? Más importante, ¿cómo se puede aplicar directamente el principio que observamos aquí a nuestra propia vida espiritual hoy, como adventistas? Es decir, ¿de qué maneras podríamos ser culpables de hacer exactamente lo que aquí se advierte? (Recuerda, también, que es muy fácil autoengañarse en esta área.)

Más que la mayoría de los demás libros de la Biblia, Amós se concentra en la injusticia, la crueldad y la inhumanidad. También ofrece la perspectiva divina de esas prácticas. Amós predicó que Dios despreciaba los ritos vacíos del formalismo muerto de la gente, y la llamaba a reformarse. Dios no estaba contento con formas externas y vacías de adoración ofrecidas a él por quienes, al mismo tiempo, oprimían a otros por intereses personales. Sus vidas revelaban que no captaron todo lo que significaba ser seguidores de Yahweh; también entendieron totalmente mal el significado más profundo de su ley.

En realidad, Dios rechazó sus ritos religiosos porque no provenían de vidas de fe. Las palabras culminantes en Amós 5:14 y 15 son la orden de buscar a Dios, y vivir. Buscar a Dios se contrasta con peregrinar a los famosos centros religiosos de Bet-el, Gilgal y Beerseba (Amós 5:5), tres ciudades con sus santuarios, que estaban destinados a la destrucción.

Lo que Dios realmente quería era justicia y equidad en la Tierra. El mandato de “buscar a Dios” es paralelo con el de “buscar el bien”. Dios llama al remanente a distanciarse de las prácticas malas y del formalismo religioso y, en cambio, permitir que la justicia fluya como un río; y el derecho, como una corriente que nunca se seca. Mientras la justicia se preocupa por el establecimiento de lo que es recto delante de Dios, el derecho es la calidad de vida en relación con Dios y los demás en la comunidad. El cuadro presentado aquí es el de un pueblo religioso cuya religión se había degradado hasta no ser sino formas y ritos sin un cambio de corazón que debe acompañar la fe verdadera. (Ver Deuteronomio 10:16.) ¡Cuán cuidadosos debemos ser!