"Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos; vivifícame conforme a tu misericordia. La suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justicia" Sal. 119:159, 160

EL MINISTERIO Y LOS MILAGROS

miércoles 21 de agosto, 2013

Los falsos reavivamientos a menudo ponen su mayor énfasis en los milagros. Los reavivamientos genuinos se concentran en el ministerio. Los reavivamientos falsos enfatizan las señales y los milagros espectaculares; los genuinos reconocen que el mayor milagro es una vida transformada.

Los milagros de curación de Jesús testificaron del hecho de que él era el Mesías. Como nuestro Redentor compasivo, el Salvador está preocupado por ali­viar el sufrimiento humano. Pero él estaba aún más preocupado por la salvación de todos los que él tocaba con su gracia sanadora. El propósito del ministerio redentor de Jesús era "buscar y salvar" a la humanidad perdida (Luc. 19:10). Hablando a los líderes religiosos con respecto al paralítico, Jesús declaró: "Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa" (Mat. 9:6). La reacción de la multitud a este milagro fue glorificar a Dios (Mat. 9:8).

Los milagros eran un fruto del ministerio redentor de Jesús, pero no fueron la razón principal por la que vino a la Tierra.

¿Qué podemos aprender de los siguientes textos acerca de cómo la gente puede ser engañada en los últimos días? 2 Tes. 2:9-12; Mat. 24:11-13, 24; Apoc. 19:20

Estas personas fueron engañadas por los falsos milagros "por cuanto no recibieron el amor de la verdad". Cuando el deseo de lo espectacular es mucho más importante que el deseo de una nueva vida en Cristo, la mente está abierta al engaño. La parábola del rico y Lázaro concluye con las palabras perspicaces de Jesús: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos" (Luc. 16:31). En otras palabras, las señales espectaculares y los milagros maravillosos nunca pueden ocupar el lugar de comprender y luego seguir la Palabra de Dios. La obediencia a Dios es primaria; las señales y los milagros, si es que ocurren, siempre son solo secundarios.

¿Qué clase de milagros has experimentado en tu propia vida, en tu propio cami­nar con Dios? ¿Qué aprendiste de ellos? ¿Cuán importantes son para tu fe?