“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1 y 2)
LA MENTE IMPORTA
Nuestros pensamientos dictarán nuestra conducta. La forma en que pensamos influirá en la manera en que actuamos. Lo inverso también es cierto. Las acciones repetidas influirán sobre los pensamientos. El cristiano es una “nueva criatura”. Nuevos esquemas reemplazan los antiguos esquemas de pensamiento (2 Cor. 5:17).
Cuando un velero inicia un viaje, se despliegan las velas para darle dirección. A menudo, las velas deben ser reorientadas para mantener el curso deseado. Si se descuidan las velas, la embarcación saldrá de su curso. Como esas velas, nuestros pensamientos dan dirección a nuestra vida espiritual. Cuando Pablo amonesta a los cristianos a “poner la mira en las cosas de arriba” (Col. 3:1-4), nos insta a concentrar los pensamientos en dirección al Cielo. Lo que ponemos dentro de la mente le da su forma, y las cosas con las cuales pasamos tiempo modelan los pensamientos.
¿Qué milagro de gracia sucede en nuestra vida cuando contemplamos a Dios en su Palabra? 2 Corintios 3:17 y 18.
Al contemplar a Jesús en su Palabra, somos transformados. Pensamientos nuevos reemplazan a los antiguos. Al mirarlo, llegamos a ser más semejantes a él.
“Hay una ley en la naturaleza intelectual y espiritual según la cual modificamos nuestro ser mediante la contemplación. La inteligencia se adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que se acostumbra a amar y a reverenciar. Jamás se elevará el hombre a mayor altura que la de su ideal de pureza, de bondad o de verdad. Si se considera a sí mismo como el ideal más sublime, jamás llegará a cosa más exaltada. Caerá más bien en bajezas siempre mayores. Solo la gracia de Dios puede elevar al hombre. Si depende de sus propios recursos, su conducta empeorará inevitablemente”CS 611
La reforma tiene que ver con mirar a Jesús, para que él llene nuestras mentes. Jesús da forma a los pensamientos y guía nuestras acciones. Cuando contemplamos a Jesús, él nos guiará a normas más elevadas que el mero apego a las reglas. No podemos realmente mirar a Jesús y seguir iguales. Cuando pensamos sus pensamientos, solo tenemos un deseo: hacer su voluntad.
¿Qué consejo le darías a una persona que lucha para hacer de Jesús la prioridad de sus pensamientos? ¿Qué quiere decir la Biblia cuando habla de “contemplar” o “mirar” a Jesús?