“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Rom. 5:10).

DE LA FRICCIÓN AL PERDÓN

miércoles 18 de septiembre, 2013

¿Qué es el perdón? ¿Justifica el perdón la conducta de alguien que nos ha dañado horriblemente? ¿Depende mi perdón del arrepentimiento del ofensor? ¿Qué pasa si aquel con quien estoy turbado no merece mi perdón?

¿Cómo nos ayudan los siguientes pasajes a comprender la naturaleza bíblica del perdón? Rom. 5:8-11; Luc. 23:31-34; 2 Cor. 5:20, 21; Efe. 4:26-30.

Cristo tomó la iniciativa de reconciliarnos con él: “[La] benignidad [de Dios] te guía al arrepentimiento” (Rom. 2:4). En Cristo, fuimos reconciliados con Dios mientras éramos todavía pecadores. Nuestro arrepentimiento y confesión no crean reconciliación. La muerte de Cristo lo hizo; nuestra parte es aceptar lo que ha sido hecho por nosotros.

No podemos recibir las bendiciones del perdón hasta que confesemos nuestros pecados. Esto no significa que nuestra confesión crea el perdón en el corazón de Dios. El perdón estaba en él todo el tiempo. La confesión, en cambio, nos capacita para recibirlo (1 Juan 1:9). La confesión es muy importante, no porque cambie la actitud de Dios hacia nosotros, sino porque cambia nuestra actitud hacia él. Cuando cedemos al poder convincente del Espíritu Santo para arrepentirnos y confesar nuestro pecado, somos transformados.

El perdón también es vital para nuestro bienestar espiritual. Dejar de perdonar a alguien que nos ha hecho mal, aun si esa persona no merece el perdón, puede herirnos más a nosotros que a ella. Si una persona nos ha dañado y el dolor supura dentro de nosotros porque no perdonamos, permitimos que ella nos hiera más aún.

El perdón es liberar a otro de nuestra condenación porque Cristo nos ha liberado de su condenación. No justifica la conducta de otro hacia nosotros. Podemos reconciliarnos con alguien que nos ha herido, porque Cristo nos reconcilió consigo cuando lo herimos. Podemos perdonar porque fuimos perdonados. Podemos amar porque somos amados. Perdonar es una elección. Podemos elegir perdonar a pesar de las acciones o actitudes de otra persona. Este es el verdadero espíritu de Jesús.

¿De qué manera el concentrarnos en el perdón que tenemos en Cristo nos ayuda a perdonar a otros?