“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como la de un cordero sin mancha y sin contaminación”.
1 Pedro 1:18 y 19
LA EXPIACIÓN: OFRENDA DE PURIFICACIÓN
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 2 Crónicas 33:12 y 13; 2 Samuel 14:1 al 11; Levítico 4:27 al 31; Jeremías 17:1; Levítico 10:16 al 18; Miqueas 7:18 al 20.
EL SISTEMA DE SACRIFICIOS es, tal vez, la parte mejor conocida del servicio del Santuario, porque es la que apunta directamente al sacrificio de Cristo. La sangre del animal que moría por el pecador llegaba a ser un símbolo de la sangre de Cristo que murió por nosotros.
Esta semana consideraremos varios conceptos relacionados con la “ofrenda de purificación” (también llamada “ofrenda por el pecado”), que era la forma que Dios designó para ayudarnos a comprender mejor cómo él nos reconcilia consigo por medio del único sacrificio verdadero, Jesucristo. Aquí se usa a veces la expresión “ofrenda de purificación” en lugar de “ofrenda por el pecado”, para evitar la impresión de que, por ejemplo, dar a luz es considerado como una falta moral porque la madre tenía que presentar tal ofrenda (Lev. 12:5-8). Este sacrificio se entiende mejor como una “ofrenda de purificación” por su impureza ritual, y no un sacrificio por causa de pecado.