“¿Qué Dios como tú, que perdonas la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”
Miqueas 7:18 y 19
LA PURIFICACIÓN ANUAL
Lee Levítico 16:16 al 30. ¿Qué se purificaba el Día de Expiación?
Durante el año se transferían los pecados e impurezas rituales al Santuario.
En el Día de Expiación se los eliminaba. El Día de Expiación tenía tres partes:
- La ofrenda de purificación por el sacerdote. El sumo sacerdote mataba un novillo por sus pecados, para estar limpio al entrar al Santuario y realizar el rito para purificarlo.
- La ofrenda de purificación del macho cabrío “por Jehová” (Lev. 16:8). Durante el año, las ofrendas de purificación “llevaban” todos los pecados de los israelitas al Santuario. En el Día de Expiación se quitaban esos pecados del Santuario con la sangre del macho cabrío “por Jehová”.
- El rito de eliminación con el macho cabrío por Azazel. Dios quería eliminar los pecados del pueblo, del Santuario y del campamento. Para ello, otro macho cabrío vivo era enviado al desierto.
Lee Levítico 16:15. ¿Qué sucedía con el macho cabrío por Jehová, y qué simbolizaba?
Como no había confesión de pecado ni imposición de manos sobre el macho cabrío por Jehová, su sangre no llevaba el pecado. Así, no contaminaba, sino más bien purificaba. El efecto es descrito en los versículos 16 y 20. El sumo sacerdote hacía expiación con esa sangre, purificando todo el Santuario. Al mismo tiempo, cuando el Santuario era limpiado de todos los pecados del pueblo, el pueblo mismo también quedaba purificado. Por eso, el Día de Expiación era singular.
El Día de Expiación era la segunda etapa de una expiación en dos fases. En la primera fase, durante el año los israelitas eran perdonados. Sus pecados no eran borrados, sino que eran confiados a Dios, que prometía ocuparse de ellos.
La segunda fase no tenía que ver con el perdón: el pueblo ya estaba perdonado.
En realidad, el verbo “perdonar” no aparece nunca en Levítico 16 o en Levítico 23:27 al 32. Es decir, todo el plan de salvación trata más que con el perdón de los pecados, un punto que tiene más lógica cuando se lo comprende en el contexto de la gran controversia.