“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”
Juan 5:39
JESÚS Y LA BIBLIA
Como Jesús es el ejemplo para todos los creyentes, su nivel de compromiso con las Escrituras llega a ser más que un asunto de interés pasajero.
Lee Lucas 4:1 al 12, y 16 al 21. ¿Qué sugieren estos pasajes acerca de la actitud de Jesús hacia la Biblia?
El relato de las tentaciones de Jesús en el desierto muestra que, citando las Escrituras, Jesús rechazó cada desafío e invitación de Satanás. Es muy probable que los rollos no hayan estado disponibles para Jesús durante los cuarenta días de su permanencia en el desierto. Esto indica, claramente, que Cristo había memorizado porciones importantes de las Escrituras. Mientras los textos citados en el desierto fueron tomados de los escritos de Moisés, en diferentes ocasiones Jesús citó otras partes de las Escrituras hebreas (Mat. 21:42; 22:44). Es evidente: Cristo tenía un conocimiento amplio de las Escrituras.
Sin embargo, nota que Cristo comprende que las Escrituras son más que solamente una herramienta para vencer las tentaciones y lograr la santidad personal. Jesús reconoce que las Escrituras lo señalan a él. Durante su visita a la sinagoga registrada en Lucas 4:16 al 30, Jesús cita Isaías, y luego declara que ese texto lo señalaba como el Ungido, para liberar a los oprimidos y proclamar libertad. Jesús entendió que él cumplía las profecías mesiánicas. De este modo, Jesús no solo comprendió que la Biblia lo señalaba a él, sino también temprano en su ministerio usó la Biblia para llamar la atención de otros a sí mismo.
Aunque es importante conocer la Biblia, eso solo no es suficiente. Algunos de los eruditos bíblicos más famosos no han sido siquiera cristianos creyentes. Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿Cómo podemos estar seguros de que nuestra lectura y nuestro estudio de la Biblia nos ayuden a conocer mejor a Jesús y lo que él hizo por nosotros?