“Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel”
Mateo 15:30 y 31
LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
En un mundo donde por ahora reina la muerte, ¿qué gran esperanza hay en los siguientes versículos? Lucas 7:11 al 17; Mar. 5:21 al 43; Juan 11:37 al 44.
Los políticos, los artistas y los atletas siempre ofrecen algo para generar seguidores. Los políticos usan la retórica y promesas increíbles. Los artistas y los actores usan sus habilidades para emocionar a sus oyentes. Los atletas sorprenden con sus capacidades físicas. Los espectadores los siguen, deseando poder hacer cosas similares.
¿Qué ofrece Jesús? ¿Reducir el desempleo? ¿Salarios mayores? ¿Tiene habilidades sorprendentes que arrancan lágrimas o una amplitud vocal increíble? No, Jesús ofrece algo que nadie más en el mundo puede dar: vida eterna en un mundo nuevo. En contraste con esto, ¿qué otra cosa importa?
Mientras que la televisión ofrece cosas demasiado buenas para ser ciertas, Jesús va más allá con un trato único: ¡la vida eterna a precio cero y sin costos de envío! Los escépticos se burlan de esta oferta sin precedentes. Los competidores fabrican imitaciones baratas (el concepto satánico del alma inmortal). Los interesados investigan la propaganda con precaución. Por eso, Jesús proveyó tres demostraciones para convencer a los escépticos, exponer las imitaciones y satisfacer a los legítimos buscadores. La hija de Jairo, el hijo de la viuda y finalmente Lázaro demostraron que esta oferta “demasiado buena para ser cierta” es auténtica. La enfermedad y los accidentes pueden prevalecer, pero la vida eterna está garantizada a todos los que hagan de Jesús su Salvador.
Lo mismo pasa hoy. A veces, la curación no llega como la queremos. Las personas siguen, aun por años, con enfermedades que debilitan y que, a veces, empeoran. Otros mueren a pesar del ungimiento y la oración. No tenemos respuestas al por qué en algunos casos se produce la curación; y en otros, no.
Sin embargo, tenemos algo mejor que una curación milagrosa: la promesa de la resurrección para vida eterna cuando Jesús venga y “los santos del Altísimo [...] poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre” (Dan. 7:18).
¿Por qué esta promesa de vida eterna es tan importante para nosotros? ¿Dónde estaríamos sin ella? ¿Qué esperanza tendrías sin ella?