“Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel”
Mateo 15:30 y 31
Discipular a los enfermos
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Isaías 53:4; Mateo 8:17; Marcos 2:1 al 12; Filipenses 4:4 al 9; 1 Juan 3:20 al 22; Juan 11:37 al 44.
“EN EL CURSO DE SU MINISTERIO, Jesús dedicó más tiempo a la curación de los enfermos que a la predicación. Sus milagros atestiguaban la verdad de sus palabras: que no había venido a destruir, sino a salvar. Doquiera iba, las nuevas de su misericordia lo precedían. Donde había pasado, se alegraban en plena salud los que habían sido objeto de su compasión y usaban sus facultades recuperadas. Las muchedumbres lo rodeaban para oírlo hablar de las obras que había hecho el Señor. Su voz era para muchos el primer sonido que oían, su nombre fue la primera palabra que jamás pronunciaron, su rostro el primero que jamás contemplaron. ¿Cómo no habrían de amar a Jesús y darle gloria? Cuando pasaba por pueblos y ciudades, era como una corriente vital que esparcía vida y gozo”
MC 12, 13