“Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”
Hechos 6:7
EL CENTURIÓN
Aunque varios encuentros de Cristo con personas poderosas terminaron ásperamente, hubo notables excepciones, tales como el que tuvo con Nicodemo. Otra reunión constructiva involucró a un centurión romano (un oficial del ejército romano).
Lee Mateo 8:5 al 13 y Lucas 7:1 al 10. ¿Qué podemos aprender de estos informes acerca de testificar a personas con poder?
Cuando el centurión supo que Jesús ya estaba cerca, envió a varios amigos para disuadir a Jesús de que fuera hasta su casa. Profundamente respetuoso de la adoración judía y de la espiritualidad de Jesús, se sintió no merecedor de la atención personal de Cristo. Finalmente, justo antes de que Jesús llegara, se aventuró a acercarse a él. Le explicó la situación, expresando su fe de que la sola la declaración de Cristo podría restaurar a su siervo. Por su experiencia militar, comprendía la autoridad. Él obedecía a su comandante, y sus subordinados le obedecían a él. ¡Cuán sorprendente es que este hombre de poder e influencia (y además romano) pudiera demostrar una fe tan profunda cuando otros que tenían mayores ventajas espirituales despreciaban a Jesús!
Aquí, un honesto examen propio es valioso. Necesitamos preguntarnos si hemos sido complacientes y meramente estamos adoptando doctrinas correctas en vez de experimentar una fe viviente. Aun creyentes más nuevos y menos equipados pueden expresar una fe más profunda que los que crecieron en el cristianismo. Tus bendiciones espirituales ¿se han convertido en una razón para depender de ti mismo? ¿Se te escaparon oportunidades espirituales sin que las notaras? Cuando respondemos en forma afirmativa, Cristo es la respuesta. Cualquiera puede gozar de la experiencia del centurión. Esta historia debe animar a quienes evangelizan a las personas que están en posiciones de poder. ¿Cuántos centuriones hay en el siglo XXI? Que la fe de ellos inspire y fortalezca la nuestra.
Hay poder en un ministerio abnegado y ajeno al yo, que puede emocionar a cualquier individuo de cualquier clase social. ¿Qué aspectos de esta característica manifestamos en nuestra propia vida y en nuestros testimonios?