“Porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”
Isaias 56:7
Discipular a las naciones
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Isaías 56:6 al 8; Mateo 11:20 al 24; Juan 12:20 al 32; Romanos 15:12; Hechos 1:7 y 8.
EL MENSAJE DE CRISTO, desde su inicio, era para todos en todas partes. El evangelio fue a todo el mundo, porque es universalmente aplicable. Sin duda, este concepto desafió el pensamiento de los discípulos. Su reacción inicial al ver, por ejemplo, a Cristo conversando con la mujer samaritana ilustra este desafío. Ellos pensaban que Jesús, como el Mesías, debía meramente cumplir las profecías y esperanzas judías, pero habían pasado por alto o no habían interpretado correctamente a los profetas, en especial a Isaías, con su mensaje a todas las naciones. Jesús, el Deseado de todas las gentes, no estaba limitado a un solo grupo. La salvación podía provenir de los judíos, pero era para todos. Los seguidores de Cristo trascenderían los límites nacionales y los internacionales, las diferencias de lenguas, y otras dificultades, porque Jesús mismo había establecido el modelo de evangelización transcultural.
Como adventistas, en Apocalipsis 14:6 recibimos este llamado: “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo”.