“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles”

Lucas 6:12 y 13

LOS PRIMEROS LÍDERES

miércoles 12 marzo, 2014

Es muy interesante e importante el hecho de que, al elegir líderes, Jesús los escogió de la clase más humilde y menos educada. Cristo no buscó entre los eruditos o elocuentes hombres del Sanedrín. Pasando por alto a los maestros con justicia propia, el Maestro eligió a hombres humildes y sin educación formal para proclamar las verdades que habían de mover al mundo. Él se propuso entrenar y educar a estos hombres como líderes de su iglesia. Ellos, a su vez, educarían a otros y los enviarían con el mensaje del evangelio.

“Para que pudiesen tener éxito en su trabajo, iban a ser dotados con el poder del Espíritu Santo. El evangelio no había de ser proclamado por el poder ni la sabiduría de los hombres, sino por el poder de Dios”

HAp 15.

¿Qué nos dicen los siguientes textos acerca de por qué Cristo, para conducir a su iglesia, eligió a estos hombres en vez de buscar a quienes parecían tener las cualidades necesarias para el liderazgo? Sofonías 2:3; Mateo 11:29; Jerremías 50:31; Isaías 57:15.

Sin embargo, debemos ser cuidadosos de no hacer suposiciones equivocadas acerca de por qué Cristo eligió a quienes eligió. Jesús no estaba en contra de la clase educada o erudita; él mismo demostró mucho conocimiento a una edad temprana (Luc. 2:46, 47). Es solo que, a menudo, los que tienen más educación, riqueza o poder no están listos para humillarse en la forma en que, especialmente los líderes, tienen que hacerlo para que el Señor pueda usarlos. Esto no ocurre siempre, por supuesto; Dios también usó a tales hombres (piensa en Nicodemo, José de Arimatea; ver también Hech. 6:7). Solo significa que, frecuentemente, este tipo de personas tiende a no estar abierto a la conducción del Espíritu Santo.

Lee 1 Corintios 9:19 y Filipenses 2:3. ¿Qué rasgos se exponen aquí, y por qué son tan vitales no solo para un líder, sino también para cualquiera que profesa el nombre de Cristo? ¿Cómo podemos aprender a poseer esos rasgos en nuestra propia vida?

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