“Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”

Mateo 15:8 y 9

LA CÁTEDRA DE MOISÉS

domingo 13 de abril, 2014

Mientras “los escribas y los fariseos” parecían ser dos grupos separados que se mencionaban juntos, los escribas probablemente eran un subconjunto de los fariseos (ver Hech. 23:9). Estos últimos llegaron a ser un grupo visible durante el tiempo del Imperio Griego. Se creían el remanente de una piadosa secta judía, conocida como los Hasidim, que ayudaron a luchar en la revolución macabea contra los griegos.

El nombre “fariseos” deriva del hebreo páras, que significa “separar”. En una época en la que muchos judíos habían sido muy influenciados por las culturas paganas, los fariseos veían como su deber asegurarse de que a cada varón judío se le enseñara la Ley. Para realizar esta tarea, establecieron el cargo de “rabí”, que literalmente significa “mi grande” o “mi maestro”.

Al decir que “en la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos”, Jesús reconoció la posición de ellos como maestros del pueblo (Mat. 23:2, 3). Después de todo, por lo menos habían tomado la responsabilidad de garantizar que se instruyera a la gente en los caminos de la Ley.

Lee Mateo 23:1 al 7. Según estos versículos, ¿cuál era uno de los problemas más grandes que tenía Jesús con los escribas y los fariseos?

La mayor parte de las referencias a los escribas y los fariseos en los evangelios son negativas y, considerando la complicidad que muchos (aunque no todos) tuvieron en la muerte de Jesús y en la persecución de sus seguidores, se tenían bien merecido ese concepto. Los miembros de estos grupos parecían estar acechando por las esquinas y detrás de los árboles, esperando a que la gente cometiera errores para poder aplicar la Ley contra ellos. Esta imagen de los fariseos es tan frecuente en las Escrituras que su nombre a menudo se usa como sinónimo de legalista. Al considerar más de cerca este pasaje, encontramos que el gran problema de Jesús con los fariseos no era tanto que querían que otros guardaran la ley de Moisés, sino que ellos mismos no la guardaban. Eran hipócritas, decían una cosa, pero hacían otra, y aun cuando hacían lo recto, lo hacían por razones equivocadas.

Lee otra vez lo que Jesús dijo acerca de los escribas y los fariseos. ¿Cómo podemos estar seguros de no llegar a ser culpables de una actitud similar?