“Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”

Mateo 15:8 y 9

MANDAMIENTOS HUMANOS

lunes 14 de abril, 2014

Aunque los escribas y los fariseos se sentaban “en la cátedra de Moisés”, su fuente de autoridad para la instrucción iba más allá del Antiguo Testamento. La ley que usaban los fariseos consistía en interpretaciones bíblicas de los principales rabíes. Estas interpretaciones no tenían la intención de reemplazar las Escrituras, sino de complementarlas. Al principio circulaban oralmente; más tarde, los escribas comenzaron a reunirlas en libros.

La primera publicación oficial de la ley rabínica apareció recién a fines del siglo II d.C., cuando el rabí Yehuda Ha-Nasí (Judá el príncipe) publicó la Mishnáh. Las leyes registradas en la Mishná reflejaban cuatro siglos de interpretaciones rabínicas. Entre los rabíes que contribuyeron, hubo varios que vivieron en el tiempo de Jesús; los más notables entre ellos fueron Hillel y Shammai. También está Gamaliel, nieto de Hillel y maestro de Saulo (Pablo).

Lee Mateo 15:1 al 6. ¿Cuál es el tema controversial aquí? ¿Qué error procura corregir Jesús?

En la primera lección, aprendimos que las leyes rabínicas fueron llamadas halakáh, que significa “caminar”. Los rabíes creían que si alguien podía andar en los caminos de las leyes menores guardaría también las principales. Sin embargo, en algún momento, las leyes menores comenzaron a tener el estatus de mayores, y más tarde fue difícil distinguir las leyes tradicionales de las bíblicas.

No parece que Jesús tuviera problemas con los fariseos por guardar sus propias reglas. Sin embargo, tenía problemas porque elevaban esas normas a la condición de “doctrinas”. Ningún hombre posee autoridad para crear restricciones religiosas y elevarlas al nivel de mandatos divinos. Pero, esto no quiere decir que los creyentes tienen prohibido el crear reglamentos que ayuden a gobernar la conducta de la comunidad. La instrucción práctica puede ayudar a la gente a guardar la Ley. Sin embargo, la instrucción nunca debe ocupar el lugar de la Ley misma.

Como adventistas del séptimo día, ¿qué reglas, tradiciones y costumbres tenemos, que pueden ayudarnos a vivir más fieles y a ser más obedientes a la Ley? Anótalas y llévalas a la clase el sábado. Pregúntate por el lugar que ocupan en la vida de tu comunidad de fe.