“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido”
Mateo 5:17 y 18
ADULTERIO (Mat. 5:27-32)
El siguiente ejemplo de Jesús involucra mandamientos con respecto al adulterio. Primero cita el séptimo: “No cometerás adulterio”. En el contexto de la ley de Moisés, el adulterio ocurre cuando una persona casada se involucra sexualmente con alguien que no es su cónyuge. La ley era muy clara: ambas partes eran culpables de adulterio, y debían ser muertas. Así como con el sexto, Jesús señaló implicaciones más profundas de este mandamiento específico.
El adulterio a menudo comienza mucho antes de que se cometan los actos. Del mismo modo que un homicidio empieza con la intención de infligir daño permanente a una persona, el adulterio comienza en el preciso instante en que una persona desea lujuriosamente a otra, casada o soltera, con la que no está casada.
Lee Mateo 5:29 y 30. ¿Cuánto más poderosamente podría Jesús haber descrito el peligro del pecado? Después de considerar estos textos, lee Romanos 7:24. ¿Qué verdades importantes se encuentran aquí?
También aquí Jesús proporciona un remedio instantáneo para aquellos pecados que se han expuesto. La solución es no seguir con el pecado, sino ocuparse de una autocirugía radical. Con fuertes metáforas, Jesús aconseja al que tiene el problema que haga lo necesario para abandonarlo, si desea ser parte del Reino de Dios. Esto puede significar tomar una ruta diferente al trabajo, o terminar una amistad acariciada, pero lo que se obtiene al abandonar el pecado sobrepasa en mucho a las pasiones del momento.
Como vimos antes, Moisés permitió el divorcio aun cuando sabía que no era parte del plan original de Dios. Después de ocuparse de los hombres casados y de los ojos que divagan, y de amonestarlos a que controlen sus impulsos, Jesús los estimula a mantener una fidelidad matrimonial de toda la vida.
“La rendición de la voluntad se representa como la extracción del ojo o la amputación de la mano. A menudo nos parece que entregar la voluntad a Dios es aceptar una vida contrahecha y coja; pero es mejor, dice Cristo, que el yo esté contrahecho, herido y cojo, si por este medio puede el individuo entrar en la vida. Lo que le parece desastre es la puerta de entrada al beneficio supremo”
DMJ, p. 55
¿Qué implicaciones pueden tener estas palabras para ti?