“El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo”

Marcos 2:27 y 28

UN TIEMPO PARA LA CURACIÓN (Luc. 13:16)

miércoles 30 abril, 2014

Al crear Dios el mundo, declaró que todo era “bueno en gran manera” (Gén. 1:31). Sin embargo, con la aparición del pecado, la creación se corrompió con el mal, como se ve por todas partes. Los seres humanos, creados a la imagen de Dios, llegaron a estar sujetos a la enfermedad, el deterioro y la muerte. A menudo se dice que la muerte es parte de la vida; pero, la muerte es la negación de la vida, no una parte de ella. Nunca fue la intención de Dios que experimentáramos la muerte.

Dado el plan original de Dios para la humanidad, no sorprende que algunos de los milagros más dramáticos de Jesús ocurrieran en sábado.

Repasa las historias de curación en sábado, en Marcos 3:1 al 6; Lucas 13:10 al 17; y Juan 5:1 al 9, y 9:1 al 14. ¿Qué lecciones nos enseñan estos milagros acerca del verdadero propósito del sábado?

Cada uno de estos milagros demuestra el verdadero significado del sábado. Antes de que Jesús sanara al hombre con la mano seca (Mar. 3:1-6), preguntó: “¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla?” (Mar. 3:4). Si una persona tiene la oportunidad de aliviar el sufrimiento en el día de la liberación, ¿por qué no debería hacerlo? En realidad, el milagro con la mujer que tenía la espalda encorvada demuestra claramente el propósito liberador del sábado (Luc. 13:10-17). Cuando fue criticado por esa curación, Jesús preguntó: “Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?” (Luc. 13:16).

El tema de la liberación también está presente en la curación del hombre que estaba junto al estanque de Betesda, que había estado enfermo por 38 años (Juan 5:1-9); y en la del hombre que había nacido ciego (Juan 9:1-14). En respuesta a la acusación de los fariseos de que Jesús estaba quebrantando el sábado con sus curaciones, les recordó: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17). Si Dios no hubiese permitido la curación, esta no habría ocurrido. Cuando se trata de aliviar la miseria humana, Dios no descansa.

¿Qué deberíamos aprender de los errores de estos líderes religiosos acerca del modo en que las ideas preconcebidas pueden cegarnos hasta no ver las verdades más obvias?

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